Los jajamim supieron discernir entre verbos y sinónimos que en textos no canónicos pasamos generalmente por alto. Cada término tiene un valor. Los primeros versos de la parashá y del libro, nos sintetizan todo el contenido.
Únicamente debemos prestar atención a los pequeños detalles.
En pocas palabras, el tercer libro de la Torá, empieza con la palabra Vayikrá, “Y llamó .A. a Moshé, y habló con él desde el tabernáculo de reunión”. Rashí nos enseñó que el verbo utilizado por la Torá habla del aprecio que .A. sentía por Moshé.
El texto no comienza con el término Vaydaber, “habló” ni Vayomer,” dijo”, sino Vayikrá: “[Dios] llama, nombra, requiere.”
El versículo siguiente דַּבֵּר אֶל-בְּנֵי יִשְׂרָאֵל, וְאָמַרְתָּ אֲלֵהֶם, אָדָם כִּי-יַקְרִיב מִכֶּם קָרְבָּן,… nos trae el daber “Habla a los hijos de Israel y diles…” de la raíz alef-mem-reish. Así vemos que en apenas en pocos renglones surgen tres tipos de comunicación: llamar (Dios a Moshé); y hablar y decir (Moshé a los hijos de Israel).
¿Quién nos llama y cómo se nos llama? ¿Cómo sabemos si alguna vez somos “llamados” por Dios?
La comunicación está relacionada con la proximidad que se tiene entre los seres.
La palabra para ofrenda קרבן, proviene de la raíz kuf-resh-bet, que significa “acercar”. Una forma de esta palabra aparece cuatro veces en el segundo verso y en numerosas ocasiones a lo largo del libro.
¿Cómo podemos lograr cercanía con Dios sin saber si nuestros “sacrificios” son aceptados? ¿Cómo podemos lograr la cercanía con lo Absoluto, al tiempo que conservamos nuestra individualidad y singularidad?
Cada forma de relacionarse con otro es un intento de acercamiento. Tenemos “un llamado” para convocar la atención, ser escuchados, ser reconocidos, para buscar y para encontrar. Tenemos “un llamado” a construir una familia, a una comunidad, a una sociedad. Tenemos “un llamamiento” a una conversación que nos ayudará a entender mejor unos a otros.
Pensando en estas sutilezas, podemos comprender que las ofrendas de los animales estaban tratando de llamarnos a acercarnos a Dios. Al mismo tiempo, no debemos temer hacer frente a la insistencia de la Torá en los límites de la pureza y la impureza, que son términos muy mal entendidos. Lo que la Torá considera como tamé, “impuro” o tahor, “puro” no son categorías de limpieza, sino de santidad.
De aquí podemos entender que el libro de Vayikrá, aunque en principio parece centrarse en el sacerdocio y las funciones sacerdotales, también postula la democratización de la santidad que está al alcance de todos. No son sólo los cohanim quienes ofrecen ofrendas. Todas las personas traen sacrificios – hombres y mujeres, – en momentos de ansiedad, celebración, dolor, de pecado, y prácticamente todos los días.
Todo esto lleva a la afirmación: “Habla a toda la congregación de los hijos de Israel, y diles: Santos seréis, porque santo soy yo .A. vuestro Dios.” Kedoshim tihyu (Vayikrá 19: 2) y a esta otra “Habéis, pues, de serme santos, porque yo .A. soy santo, y os he apartado de los pueblos para que seáis míos” (20:26). Tales declaraciones son una novedad de la que aprendemos que los profanos, así como los sacerdotes pueden llegar a la santidad.
Vayikrá nos recuerda que somos totalmente humanos, y como tales, nos equivocaremos una y otra vez. Vamos a tropezar y caer. Pero, este libro, nos ofrece una fórmula para volver a estar arriba. Para levantarnos de cada caída para llegar a mayores alturas espirituales.
Vayikrá y sus ofrendas nos dicen cómo nuestros servicios deben ser: dramáticos, emotivos, reactivos, táctiles.
Los “ritos de sacrificio” fueron llamados Avodá en hebreo en el sentido de servicio. Pero, el otro significado de la palabra Avodá es “trabajo”.
Sacrificar un animal era un trabajo duro, y hoy está reemplazado por la tefilá llamada Avodá Shebalev, “servicio desde el corazón”.
A veces sentimos que el servicio de corazón sigue siendo arduo y duro cuando es interno y fiel. Es necesario dar todo de uno mismo, como una ofrenda totalmente quemada. Y ese es nuestro desafío. Si no lo sentimos así, las palabras que leemos del sidur mecánicamente pierden valor.
¿Encendemos el fuego en nuestras tefilot o somos pasivos?
Si se toma como modelo a Vayikrá, seremos acercados en la medida en la que nosotros tomamos la decisión de allegarnos a .A. El salmista escribe en Tehilim 103: “Bendice, alma mía, a .A., y bendiga todo mi ser su santo nombre.” Ibn Ezra en su comentario al mismo pasuk, dice que nuestros cuerpos son instrumentos propios de elogio, no sólo nuestras almas. La raíz de la palabra para el “interior del cuerpo” o “entrañas” kuf-resh-bet, קרב es la misma que la raíz de la palabra “sacrificios” que también significa “acercarse” a Dios y nada más y nada menos que “batalla” קרב. Los sacrificios, como sustitutos de nuestros propios cuerpos, representan un deseo de entregarnos en cuerpo y alma, para servir a Dios activamente incluso enfrentándonos con él en una batalla tal como lo hiciera Moshé pidiendo revoque Sus decisiones. Es una invitación que no podemos desconocer, si deseamos ser convocados con amor por .A., tal como fue llamado Moshé nuestro maestro.
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