EL APORTE INCOMPARABLE DE LAS MUJERES

En la descripción de la construcción del Tabernáculo en el desierto, se mencionan las contribuciones hechas específicamente por las mujeres: “Todas las damas sabias de corazón hilaban con sus manos, y traían lo que habían hilado: azul, púrpura, carmesí o lino fino. Y todas las mujeres cuyo corazón las impulsó en sabiduría hilaron pelo de cabra” (Shemot 35: 25-26). Y, pocas columnas más abajo: “De los espejos de las mujeres que velaban a la puerta del Tabernáculo de Reunión… También hizo la fuente de bronce y su base de bronce” (Shemot 38:8).

Ya previamente, le dijo el Santo Bendito a Moshé… “Estos son los espejos que tomaron estas tropas en Egipto, tómalas, y haz la fuente de bronce y su base de bronce para los cohanim, y que ellos se santifiquen de ellas.” Tal como ya fue previsto que “de ella [la fuente] se lavarán Aarón y sus hijos las manos y los pies, cuando entren en el tabernáculo de reunión, se lavarán con agua” (Shemot 30:19-20).

Gracias a las mujeres, que en nuestra parashá son catalogadas como “sabias de corazón”, el mismo Moshé fue traído al mundo, cuando, -según el midrash-, las mujeres se acicalaban para que los esclavos hebreos se sintieran atraídos por ellas, ya que no regresaban a dormir a sus hogares y deseaban evitar entrar en contacto con sus mujeres, obedeciendo la orden de Faraón.

Abraham Ibn Ezra, el sabio nacido en Tudela, España, escribe que la donación de los espejos señaló un “colectivo de mujeres” que venía regularmente a la Tienda de Reunión para rezar y escuchar las palabras de la Torá. Sin renunciar a otras características de género, asumieron su sabiduría de corazón para estudiar y elevar sus plegarias, acercándose a la fe y a Dios. El sabio hace aquí un aporte inusual, comprendiendo que los espejos no deben considerarse herramientas de vanidad, sino objetos santificados por su papel en garantizar la supervivencia judía. Y que las mujeres, aspiraban a acercarse a Dios, no menos que los hombres.

Encontramos en la Torá, que la Sotá – mujer sospechada por su esposo de adulterio–, debía presentarse frente a la fuente de bronce, para lograr restaurar la paz en las relaciones familiares, demostrando que su conducta no se juzga por las joyas y que la presunción sobre su conducta debe ser la pureza. Por ello la Sotá, debía presentarse allí en la fuente donada por las mujeres venerables. Es ésta la antítesis de los pensamientos estereotipados acerca de las mujeres que nos acompañan hasta el presente.

La presencia de la fuente de bronce en el santuario era un llamado a las mujeres para vivenciar la más alta emoción del estudio y de la plegaria después de “elegir por la libertad ética de la aspiración a la santidad”.

También las mujeres de hoy lo pueden lograr fácilmente porque están dotadas de corazones impulsados por la sabiduría. Y también los varones.

Tantos años después, necesitamos volver a oír la voz de Abraham Ibn Ezra, para no olvidarlo.

En la misma lectura de este Shabat encontramos que “no encenderéis fuego en día de sábado en ninguna de vuestras moradas” (Shemot 35:3), y deseo compartir con los lectores de Aurora, la reflexión que hiciera Filón de Alejandría, uno de los filósofos más renombrados del judaísmo durante el período helenístico (c. 20 a.e.c. – c. 50 d.e.c.), a propósito de la dificultad que tienen quienes deben permanecer aislados con sus familias por haber sido expuestos al contagio del Coronavirus. Del versículo citado ilustra: “No encienda el fuego de la ira en ninguna de sus viviendas en el día de reposo”.

Nunca mejor que en estos tiempos, tratar de aplicar el versículo con sus interpretaciones tradicionales y con el comentario de Filón el Judío todos los días del año, mientras pedimos por la salud de los enfermos y el fin de la pandemia.

La influencia de otras arquitecturas

Cuando visitamos sinagogas majestuosas en muchos países, no dejamos de plantearnos cuál es el lugar del arte sacro en los templos de oración, como no podemos evitar buscar diferencias entre lo que aparece en Shemot y lo que luego las Escrituras describirían como pertenecientes al Primer Templo.

Cuando en estas semanas del año embolismal llegamos nuevamente a la culminación de Shemot, seguimos leyendo detalles de la ornamentación del tabernáculo. Los capítulos paralelos que aparecen en nuestra parashá y en Divrei Hayamim referidas al mishcán y al Bet Hamikdash de Shlomó, tienen similitudes.

Sin embargo, hay diferencias. Moshé recibió instrucciones directas y específicas de .A. para la construcción del Mishcán, y la Torá destaca que todo debía hacerse precisamente como .A. le mostró (Shemot 25: 9).

Jaza”l enseñaron que .A. le mostró a Moshé “imágenes de fuego” para todo lo que iría a ser creado (Menajot 29a). Betzalel y Aholiav fueron convocados por expresa disposición de .A. para dirigir las obras. Eran artistas y artífices inspirados en la fe. Pero Shlomó eligió materiales y artesanos recomendados por su amigo Hiram, el rey de la ciudad fenicia de Tiro. Entre los artesanos, arribó un judío también llamado Hiram, que era hijo de una viuda de la tribu de Naftalí y de un nativo de Tiro, experto en trabajar el bronce. Hiram era muy hábil e inteligente, y conocía la técnica así que se presentó ante el rey Shlomó y realizó todos sus trabajos. La diferencia entre Hiram y Betzalel y Aholiav es que el primero aprendió su profesión de arquitecto en las academias fenicias y fue influido cultural y desde el punto de vista artístico por la sociedad adoradora de ídolos. Su ingreso a Israel trajo tras de sí, a princesas fenicias que se unieron a reyes de Yehudá e Israel.

Muchas veces la búsqueda de la estética desprovista de otros valores, puede causar estragos espirituales al pueblo judío, que finalmente llevaron a la destrucción del propio Bet Hamikdash.

El arte y la estética elevan nuestro espíritu, pero, rendirnos a los artistas, puede no sólo llevarnos al materialismo, sino alejarnos totalmente de lo espiritual. El Mishcán construido por Moshé con la ayuda de Betzalel y Aholiav, temerosos de .A. es un símbolo para las generaciones de la unión de lo artístico y lo espiritual, cuando está libre de influencias espurias. Por lo que no debemos dejarnos impresionar por los edificios propios y ajenos que nos deslumbran. Nunca sabemos que hay detrás de ellos.

Cuando veo esas sinagogas inspiradas en otras culturas planificadas por arquitectos de renombre mundial pero desconocedores de las tradiciones no puedo evitar sentir estremecimiento, escalofrío, repeluzno y dolor.

Yerahmiel

Ver comentarios

  • Qué bonito li Rav! El lugar de la mujer! Sentirnos tomadas en cuenta! También como artista en las sinagogas! Y tratar de huir de las que no cuentan con nuestros elementos… todas a las que voy en México me parecen hermosas y muy de nuestra cultura! Qué precioso sentirnos unidos a .A. y a nuestra comunidad en cada una de ellas!

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