Rosh Jodesh Iyar, nos introduce a la semana en la que recordaremos a los soldados y fuerzas de seguridad que cayeron en la defensa de nuestra Mediná y festejaremos otro Yom Haatzmaut, el día de su independencia.
Nuestros corazones se volverán al Todopoderoso en oración para que envíe consuelo a las familias de los caídos, para que guíe al Estado de Israel en el camino de la paz, lo proteja de sus enemigos que lo rodean de manera ominosa, que purifique nuestra vida espiritual con las aguas puras de la Torá, y se cumpla la predicción del profeta Yeshayahu: “¡Mira!, Dios es mi salvador: confiaré y no tendré miedo, pues .A. es mi fuerza y mi canción, él es mi salvación. Sacaréis agua con gozo de los manantiales de la salvación y diréis aquel día: «Dad gracias a .A., invocad su nombre, divulgad entre los pueblos sus hazañas, pregonad que su nombre es enaltecido” (Yeshayahu 12:2-4).
En la primera parashá, hablamos del milagro más maravilloso del que podemos ser testigos que es el nacimiento de un nuevo ser. Para nuestra tradición el padre y la madre de un niño son socios de Dios en su creación y es la máxima expresión de la creatividad gozosa. Según algunos de nuestros intérpretes clásicos, el significado del versículo bíblico de que el hombre fue creado a imagen de Dios (Bereshit 1:26) significa que así como Dios es creativo, el hombre también tiene la capacidad de construir y crear.
Sin embargo, nos podemos preguntar por qué una mujer se encuentre en un estado de impureza ritual o tumá, por un período de tiempo específico después del parto.
Algunos nos dirán que no puede existir Yetzirá (creación, concepción, constitución, así como procreación, gestación y creatividad) sin tumá.
El acto creativo trae consigo un área de sombra, un elemento de dolor, agonía y frustración. La semilla debe transformarse para que la planta crezca. Cuando se talla madera, se disparan astillas. El escultor debe cortar parte del bloque y descartarlo para que emerja la figura que su imaginación ha concebido. El pueblo de Israel fue creado en la casa de la esclavitud de Egipto, y cuando al fin nos liberamos, y pudimos salir de la esclavitud, nos acompañaron los “erev rav”, la caterva y la chusma, formada por aquellos que no merecían la integración en nuestro pueblo. Son ellos quienes, según la tradición, fueron responsables de la elaboración del becerro de oro y de todas las otras características sórdidas que caracterizaron la historia de nuestro pueblo en aquellos primeros días.
Ninguna creación es posible sin un elemento de impureza.
Es por eso que la Torá nos da, en la primera sidrá de esta semana, las leyes de impureza en relación con la madre que acaba de dar a luz a un niño. La Torá desea advertirnos, observando el más creativo de todos los actos, el parto, que cada elemento de yetzirá tiene adherencias de impureza, enseñándonos así a preverlas y esperarlas y prepararnos para así evitar sus consecuencias negativas.
La misma paternidad contiene rasgos de liviandad.
Algunos padres imaginan que sus hijos les pertenecen y fallan, incluso en años posteriores, al no permitir que un niño se desarrolle como una personalidad independiente. Incluso algunos padres fracasan en la dirección opuesta, al abandonar la responsabilidad de guiar y dirigir a un niño por ser demasiado permisivos o porque delegan en personas ajenas la educación de los valores, así estas personas se llamen institutrices, mentores, consejeros o maestros.
¿Cuántos padres realmente sienten que han logrado criar a sus hijos sin cometer ningún error?
Decía el rav Norman Lamm z”l que es con estos pensamientos en mente que nuestros corazones se vuelven agradecidos al Todopoderoso por habernos dado al Estado de Israel en un punto tan decisivo en la historia de nuestro pueblo. Medinat Israel es el logro más creativo de nuestro pueblo en los últimos dos mil años. No solo el Estado es la creación del pueblo de Israel, sino que esta creación posee el potencial de una mayor creatividad en las generaciones venideras.
Y la idea que hemos estado expresando, que la creatividad inevitablemente tiene un aspecto proporcionado de impureza, debería ser para nosotros una fuente de consuelo y una advertencia.
Todos los que amamos al Estado de Israel lo aceptamos como una contribución inmensamente creativa a la vida de nuestro pueblo, pero ello no quita que no debamos estar alertas para evitar las desviaciones que sus líderes cometen. Solamente así podremos alegrarnos sin límite, tal como lo hacemos cuando tenemos un nacimiento en nuestra familia y contribuir a la construcción del país soñado por sus fundadores y por sus visionarios.