Categorías: Artículos

LA DIDÁCTICA DEL MIDRASH

Me han preguntado repetidamente sobre la importancia del Midrash en la interpretación de las Escrituras.

Buenos y cultos amigos que siguen a los payadores del judaísmo que llenan las redes sociales con sus glosas y que se sorprenden con relatos que les parecen fantásticos y que los guitarrean emocionados empeñándose que sus enseñanzas sean aceptadas textualmente son los más interesados en desentrañar temas que parecen lejanos.

Por ello, he decidido escribir estas líneas para explicar lo que generalmente omitimos: el análisis de las fuentes que de tanto utilizar parecen más que familiares y conocidos.

Pero, cada día comprendemos que nuestras exposiciones no pueden dar por sentado el sentido y la metodología de lo que intentamos dar a conocer.

Los relatos tienen un encanto hipnótico sobre quienes los escuchan particularmente si ya los oyeron en su más tierna edad. Las crónicas fantásticas desplazan en el conocimiento de las razones y muchas veces se confunden.

La memoria selecciona lo que más le gusta afectivamente sin analizar si es la mejor versión de los textos ni si su conocimiento es irrenunciable. Reemplazar el texto bíblico por su interpretación midráshica es un grave error. Renunciar al relato que trae es empobrecer el texto original que debe ser leído como si hubiera sido personalmente consagrado a cada uno de nosotros. Por ello afirmamos que todas las generaciones estuvieron en el Sinaí en el momento de la Gran Revelación.

La Torá debe articularse en el lenguaje que mejor hable a la gente de ese tiempo, en cada generación y civilización, agregaría a cada comunidad y grupo. Ese es uno de los secretos de su importancia y actualidad.

A diferencia de textos religiosos de otras culturas, muchos de los pasajes de la Torá se enseñan y siguen resonando -algunos incluso con más fuerza- en nuestra cultura tan diferente. Este es el papel de la interpretación y de una comunidad de tradición: seguir estudiando y comprendiendo las palabras y los valores de la Torá para que se apliquen a nuestro tiempo. Esta continua rearticulación impulsa a la gente a vivir según la Alianza y a mantener la Torá como guía para la vida, así como a desempeñar su papel hacia la reparación del mundo.

El efecto de situar la Torá tan firmemente en el contexto de cada generación es una influencia real en la vida de esa época.  

Hay una implicación más de este análisis. Lejos de crear guetos, los intérpretes y líderes espirituales deben buscar la máxima penetración de la Torá en la cultura local, generacional. Deben articular y poner de manifiesto en la mayor medida posible el significado de la Torá en la civilización actual. Cuanto más pueda expresarse la tradición en el lenguaje contemporáneo, más podrá servir de luz para toda la nación. La eternidad de la Torá -y la continuidad que permitirá alcanzar los objetivos del pacto- se realiza mejor, no manteniéndose al margen del tiempo y evitando el incesante desarrollo de la cultura, sino exponiendo la tradición y viviéndola plenamente en cada época y tiempo.

Pero, cuando la civilización local es unilateral, o superficial, o excesivamente materialista o universalista, debemos esforzarnos por exponer la Torá como contracultura sin temer exponer su texto y su pensamiento frente a propios y ajenos.

La eternidad y la inmediatez de la Torá se mantienen mejor cuando la Torá está iluminada por lo mejor de la ética y el conocimiento de la cultura actual, y la cultura es revisada y explicada por lo mejor de la Torá.  La Torá debe mezclar y criticar y enriquecer todas las clases y todas las categorías de comprensión. Una Torá así no se convierte en un cuerpo extraño en el cuerpo político, sino en un hogar religioso y moral para Dios, al tiempo que infunde la justicia y el amor divinos en la cultura y en la generación viva. Si nos comprometemos profundamente con la cultura actual -pero también correctamente-, podremos repetir, espiritualmente el versículo: “Me construirán un santuario/un hogar y yo [Dios] habitaré en medio de ellos” (Shemot 25:8).

 Algunos escritos midráshicos tratan cuestiones prácticas de la ley y el comportamiento judíos (halajá), y se conocen como Midrash Halajá.

La mayor parte del midrash, sin embargo, explora ideas éticas, personajes bíblicos o momentos narrativos, y se conoce como Midrash Agadá. (literalmente “relato” o historia.) Cuando se utiliza la expresión coloquial “lo dice el midrash”, suelen referirse a las enseñanzas del Midrash Agadá, generalmente las que se encuentran en un corpus de textos clásicos compilados aproximadamente entre el 200 y el 1000 de la era común.

El Midrash Agadá puede tomar como punto de partida cualquier palabra o versículo bíblico, pero sigue un método estandarizado de interpretación.

La exégesis bíblica que tenía una tendencia moralizadora o edificante, debe distinguirse de la que era de naturaleza legal: la primera es el Midrash Agadá; la segunda, como Midrash Halajá. La exégesis desde un punto de vista ético o devocional admite más libertad que la hermenéutica encaminada a la determinación de máximas jurídicas. Esto es cierto no sólo porque la imaginación tiene un juego más libre en la primera, y la razón en la segunda, sino también porque la exégesis halájica, ya que está destinada a la orientación práctica y es de mayor alcance en sus resultados, está más estrechamente vinculada a ciertas leyes y principios.

En ocasiones, el Midrash extrae paradigmas bíblicos o ideas que pudieran aplicarse a la realidad contemporánea, y es una compleja interacción de reverencia por el texto y de creatividad teológica.

Las Escrituras condensaron el lenguaje para enfrentarse a la vida bajo dominio extranjero, durante el largo exilio. Incluso las afirmaciones más audaces de los estudiosos sobre Dios y la historia judía se mantenían dentro de los límites normativos vinculándolas a versículos bíblicos.  Midrash nunca aspiró ser reemplazante ni modificador del texto sagrado.

El midrash agadá se encuentra en muchos lugares del Talmud y en colecciones midráshicas. 

Algunas de estas primeras obras parecen comentarios brindados versículo a versículo. Otras, pueden haberse originado en Divrei Torá relacionados con las lecturas hebdomadarias de la Torá. Este tipo de sermones suele adoptar una forma conocida como petijta (“apertura” en arameo), en la que un versículo de los Profetas o los Escritos se relaciona, a través de una serie de pensamientos y asociaciones, con el versículo relacionado de la lectura de la Torá.

“En los últimos años, vivimos en un mundo dominado por la lucha, la división, los hechos alternativos, las declaraciones contradictorias y las creencias que parecen excluirse mutuamente. La gente lucha por su única verdad y no deja espacio para el debate o la consideración de otro punto de vista. Siguiendo los pasos de Franz Rosenzweig, que creía que las respuestas a los dilemas judíos modernos pueden descubrirse mediante un estudio minucioso de los textos rabínicos clásicos, me planteé -dice Marta Eichelberger-Jankowska, Directora del Programa Jerusza (Yerushá)  – a las siguientes preguntas: ¿Cómo reaccionaron los sabios de la época del judaísmo clásico cuando se encontraron en un entorno social altamente divisivo? ¿Cómo afrontaron las múltiples contradicciones y paradojas que se encuentran en la Torá y en la literatura rabínica? ¿Por qué aparecen contradicciones en el texto? ¿Y qué pueden enseñarnos? Mientras investigaba, me llamó la atención una forma literaria midráshica común conocida como petijta“.

La forma literaria de la petijta de los midrashim homiléticos, nos anima a investigar, a “probarnos” una diferente verdad, a dialogar con ella y a abrirnos a una nueva comprensión.

La pedagogía de la petijta, ayuda a las personas con temas dispares e incluso con ideas dispares e incluso contradictorias a estudiar conjuntamente.  

El pedagogo brasileño Paulo Freire refleja un enfoque similar: “por fuera de la indagación, y de la praxis, los individuos no pueden ser verdaderamente humanos. El conocimiento sólo surge a través de la invención y la reinvención, a través de la inquieta, impaciente, continua y esperanzada indagación que los seres humanos persiguen en el mundo, con el mundo y entre sí”  (Freire, 1970/1997, p. 53). La petijta abarca esta visión del mundo que hace hincapié en la importancia de las perspectivas múltiples y el aprendizaje a través del compromiso con los demás.

La petijta está profundamente arraigada en la multivocalidad del midrash y en el tropo, en el sentido de la sustitución de una expresión por otra cuyo sentido es figurado,   “davar ajer” que literalmente significa “otra cosa”. Consiste en plantear otro punto de vista, a veces alternativo.

La forma literaria de la petijta, que prevalece en la tradición clásica judía, es educativa por naturaleza. Su uso inteligente estaca el valor de la diversidad de opiniones. Además, ofrece un método para afrontar el reto que supone comprender al otro. Enseña que una exploración profunda de una perspectiva diferente no amenaza necesariamente nuestra propia “verdad”, sino que contribuye a comprenderla y nos brinda elementos para defenderla. Es un modelo para abordar situaciones de conflicto y desacuerdos sin necesidad de resolución. Permite que personas provenientes de distintas escuelas de pensamiento puedan estudiar conjuntamente.

Los jajamim trataban cada interpretación de un versículo como su propio universo de significado, a pesar de la apariencia editorial de un comentario secuencial o corrido. Incluyeron múltiples interpretaciones, una al lado de la otra, y no intentaban dar una lectura unificada de una historia determinada. Tampoco luchaban lograr el triunfo de sus opiniones frente a las que las complementaban e incluso eran opuestas.

Lamentablemente, en nuestro tiempo, pese a que tenemos a nuestro alcance la biblioteca más extensa sobre temas bíblicos que jamás antes se pudo compilar, hay una tendencia (particularmente entre legos) de no intentar innovar sobre la interpretación que oyeron en el parvulario o lo que quizás sea mucho peor, aceptar el texto del midrash citado oralmente por quienes lo enseñan como una verdad intangible.

En el parvulario esas pequeñas historias se graban en nuestra memoria como tesoros. Aunque parezcan simples, dejan huellas profundas que no se quitan con los años.   

A finales del siglo XIX, surgieron nuevas visiones en Europa. Jean-Jacques Rousseau consideró la niñez como un estado especial del desarrollo humano. Pestalozzi, Fröebel y Montessori, impulsaron la idea de que el niño era un individuo con necesidades específicas y su presencia se puede percibir también hoy en más de una escuela judía. Así nació la Educación Parvularia de nuestro tiempo olvidando por un instante que judaísmo y las primeras letras se enseñó a partir de los tres años, a lo largo de su historia. 

Estudios sugieren que la cantidad de años cursados en educación parvularia predice el desempeño académico y habilidades socioemocionales. La experiencia en la educación parvularia permite desarrollar vínculos de confianza y explorar el potencial de aprendizaje. Esas historias que nos enseñaron en edad muy temprana nos acompañan porque son los cimientos de nuestro crecimiento y aprendizaje y se resisten dejar su lugar a las nuevas historias y relatos.

 

Los autores de los midrashim se expresaban mediante la exageración, la inventiva histórica, la asociación de sonidos y palabras, y los paralelismos de sonido o sustancia entre versículos de toda la Biblia. Sus relatores, agregaban sus propios midrashim agrandando a veces los que habían aprendido. Sabían leer lo que su público esperaba. Polemizaban con el cristianismo o el islam, que hacían un uso diferente de muchos textos bíblicos para demostrar la verdad de las escrituras judías.

Ya en el siglo XII, Maimónides se dio cuenta de que algunos judíos se tomaban las enseñanzas midráshicas demasiado al pie de la letra o las tachaban de filosóficamente poco sofisticadas. Maimónides sostenía que el midrash debía considerarse un código de metáforas que aludían a verdades más profundas. Alegorías y símbolos, pero no más allá de ellos.

Por grande que fuera esta doble influencia de la práctica real en el origen y desarrollo del Midrash, hay que tener en cuenta que la especulación por sí misma en el estudio obligatorio de la Ley según dice textualmente la Torà: “ y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes” (Devarim 6: 7);  “Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien” (Yehoshúa 1:8). Este estudio exclusivo y continuado probablemente contribuyó mucho a la búsqueda de otras interpretaciones que la meramente literal. Los exégetas se esforzaban por encontrar todo lo expresado en la Ley; y la opinión de Filón de que no había palabras superfluas en la Escritura, y que todo tenía un significado (“De Profugis”, § 458), dominó no sólo la exégesis alegórica de Alejandría, sino también en gran medida el Midrash, aunque no existiera ninguna otra conexión entre ambos. 

Por ejemplo, Sanedrín 64b pregunta ¿por qué la Torá dice tres veces que uno es jayav karet (merece la muerte antes de tiempo) por idolatría y luego encuentra tres interpretaciones? Allí no dice explícitamente que cada una de las tres afirmaciones de la Torá debe ser “consumida” por una halajá diferente, pero tenemos la regla explícitamente, pero sin citarla en una discusión de Kidushin 72b, discutiendo una baraita: La guemará comienza su análisis de la baraita cuestionando el razonamiento que subyace a la postura de Rabí Iosi. La guemará explica que, en el contexto de los que no son aptos genealógicamente para casarse en la comunidad judía en general, la Torá (Devarim 23:3-9) emplea el término “congregación” (por ejemplo, un mamzer no puede “entrar en la congregación de Dios”) cinco veces. Dado que la Torá podría haberse limitado a enumerar todas las categorías (mamzerim y conversos de ascendencia amonita, moabita o egipcia) y a declarar una sola vez que no pueden entrar en la congregación, la guemará supone que la palabra “congregación” debe haberse utilizado más veces para enseñar más detalles sobre estas prohibiciones. Esto es bastante característico de la metodología talmúdica. Puesto que no hay palabras innecesarias en la Torá, las palabras que aparecen de más deben estar ahí para enseñar algún detalle que no habríamos conocido de otro modo.

Encontramos uno de los ejemplos claros de un midrash atribuido a personajes bíblicos (Talmud de Babilonia, Berajot 31b; “Janá respondió y dijo: No, señor mío, yo soy una mujer de espíritu afligido, y no he bebido vino ni licor, sino que derramo mi alma ante el Señor” (I Shmuel 1:15). En cuanto a las palabras: “No, amo mío”, Ulla, y algunos otros sabios dicen que Rabí Yosei, hijo de Rabí Janina, dijo que ella le dijo, en alusión: Con respecto a este asunto, tú no eres un maestro, y el Espíritu Divino no reposa sobre ti, como falsamente sospechas de mí. Algunos dicen otra versión de su respuesta. Ella le dijo, interrogándole ¿No eres tú un maestro? ¿No están contigo la Presencia Divina y el Espíritu Divino que me juzgaste culpable, y no me juzgaste inocente? ¿No sabías que soy una mujer de espíritu angustiado? Con respecto a la explicación de Janá de que “no he bebido vino ni licor”, Rabí Elazar dijo: De aquí se deriva la halajá de que quien es sospechoso de algo de lo que no es culpable no puede contentarse con el conocimiento personal de su inocencia, sino que debe informar a quien sospecha de él de que es inocente y librarse de toda sospecha. “No tomes a tu sierva como una mujer malvada [bat beliyaal] porque de la abundancia de mi queja y de mi ira he hablado hasta ahora” (I Shmuel 1:16). Rabí Elazar dijo: De aquí se deriva la halajá de que cuando una persona ebria reza es como si se dedicara a la adoración de ídolos, ya que aquí está escrito que Janá, sospechosa de rezar estando ebria, se defiende y dice: “No tomes a tu sierva como bat beliyaal”; y allí está escrito, con respecto a una ciudad que ha sido instigada a dedicarse a la adoración de ídolos: “Benei beliyaal  han salido de en medio de ti y han atraído a los habitantes de su ciudad, diciendo vamos y sirvamos a otros dioses que no hemos conocido” (Devarim 13:14). Por medio de esta analogía verbal se deriva: Así como allí, en el caso de la ciudad idólatra, el término beliyaal indica adoración de ídolos, también aquí, en el caso de quien reza borracho, beliyaal indica adoración de ídolos. El versículo continúa: “Y Elí respondió y dijo: Que te vayas en paz” (I Shmuel 1:17). Rabí Elazar dijo: De aquí se deriva la halajá de que quien sospecha a otro de algo que no ha hecho, debe apaciguarlo. Además, el que sospecha de él debe bendecirlo, como Eli continuó y ofreció a Janá una bendición, como está declarado: “Y que el Dios de Israel te conceda lo que le has pedido” (I Shmuel 1:17). A propósito de esta discusión sobre la plegaria de Janá, la Guemará explora temas relacionados. En su oración, Janá dijo: “Y ella hizo un juramento y dijo: Señor de los Ejércitos [Tzevaot] si en verdad miras la aflicción de Tu sierva y te acuerdas de mí, y no te olvidas de Tu sierva y le das a Tu sierva un hijo varón, se lo daré al Señor todos los días de su vida, y no habrá navaja sobre su cabeza” (I Shmuel 1:11). Rabí Elazar dijo: Desde el día en que el Santo, Bendito Sea, creó Su mundo, no hubo ninguna persona que llamara al Santo, Bendito Sea, Señor de los Ejércitos hasta que llegó Janá y lo llamó Señor de los Ejércitos. Esta es la primera vez en el Tanaj que se hace referencia a Dios con este nombre. El rabino Elazar explica que Janá dijo ante el Santo, Bendito Sea: Amo del Universo, ¿no eres Tú el Señor de los Ejércitos, y de todos los ejércitos y huestes de creaciones que creaste en Tu mundo, es difícil a Tus ojos concederme un hijo? La Guemará sugiere una parábola: ¿A qué se parece esto? Es similar a un rey de carne y hueso que hizo un banquete para sus sirvientes. Llegó un pobre y se quedó en la puerta. Les dijo: ¡Dadme una rebanada de pan! Y no le hicieron caso. Empujó y entró ante el rey. Le dijo Mi señor, el Rey, de todo este festín que habéis preparado, ¿es tan difícil a vuestros ojos darme una sola rebanada de pan? En cuanto al doble lenguaje del versículo, “si mirareis [im raó tiré]”, dijo Rabí Elazar: Janá dijo ante el Santo, Bendito Sea: Amo del Universo, si me miras [raó] ahora, bien, y si no, en todo caso verás [tiré]. ¿Qué amenazaba Janá? Decía: Iré a recluirme con otro hombre ante, mi marido Elkana. Como me he recluido, me obligarán a beber el agua de la sota (mujer sospechada de ser insolente y desvergonzada) para determinar si he cometido adulterio o no. Seré declarada inocente, y como Tú no harás falsa [pelaster] Tu Torá, tendré hijos. Con respecto a una mujer que es falsamente sospechosa de adulterio y bebió el agua de sota, la Torá dice: “Y si la mujer no estaba contaminada, sino que era pura, entonces será absuelta y concebirá” (Bemidbar 5:28). Sin embargo, la opinión de Rabí Elazar da la razón a quien dijo que el versículo significa: Si fuera estéril, Dios se acordará de ella y le concederá hijos. Pero según el que dijo que el versículo significa que la maternidad será más fácil y exitosa, es decir, si antes había dado a luz con dolor, ahora da a luz con facilidad, o si antes había dado a luz hijas, ahora da a luz hijos, o si antes había dado a luz hijos negros, considerados poco atractivos, ahora da a luz hijos hermosos, o si antes había dado a luz hijos bajos y débiles, ahora da a luz hijos altos y fuertes, ¿qué se puede decir? Como se enseñó en una baraita que los tanaim disputaban la interpretación del versículo en Bemidbar: “Entonces será absuelta y concebirá” enseña que, si era estéril, será recordada por Dios y se le concederán hijos; esta es la afirmación de Rabí Yshmael. Rabí Akiva le dijo: Si es así, todas las mujeres estériles irán y se recluirán con hombres que no sean sus maridos, y cualquier mujer que no haya cometido el pecado de adulterio será recordada por Dios y se le concederán hijos. Más bien, el versículo enseña que se trata simplemente de una promesa de mayor facilidad en el parto; si antes había dado a luz con dolor, ahora da a luz con facilidad, si antes había dado a luz a niños bajos, da a luz a niños altos, si antes había dado a luz a niños negros, ahora da a luz a niños rubios, si antes había dado a luz a un niño, ahora da a luz a dos niños. Según la explicación de Rabí Akiva, ¿qué se deriva del doble lenguaje pronunciado por Janá: Im raó tiré? La Torá hablaba en el lenguaje de los hombres, lo que significa que este doble lenguaje no es extraordinario y no se puede deducir nada de él. Es la lengua vernácula bíblica común. En el juramento/oración pronunciado por Janá, ella se refiere a sí misma como “Tu sierva” [amateja] tres veces: “La aflicción de Tu sierva… y no olvidarás a Tu sierva y darás a Tu sierva” (I Shmuel 1:11). Rabí Yosei, hijo de Rabí anina, dijo: ¿Por qué se citan estas tres siervas [amatot] en el versículo? Se citan para enseñar que Janá dijo ante el Santo, Bendito Sea: Amo del Universo, Tú has creado tres crisoles potencialmente conductores a la muerte en una mujer, donde ella es particularmente vulnerable. Alternativamente, algunos dicen: Amo del Universo, Tú has creado tres aceleradores de la muerte en una mujer. Son mitzvot que, por regla general, atañen a las mujeres: Observar las halajot de una mujer menstruante, separar la jalá de la masa y encender las velas del Shabat. ¿He violado alguna vez alguna de ellas? Janá da fe de su condición de sierva [amá] de Dios. La referencia a estas tres mitzvot procede de la similitud etimológica entre amateja, tu sierva, y mitá, muerte. Más adelante en su oración, Janá dice: “Y Tú concederás a Tu sierva una descendencia de hombres”. La Guemará pregunta: ¿Cuál es el significado de “una descendencia de hombres”? Rav dijo: Janá rezó por un hombre entre los hombres, un hijo que fuera sobresaliente y excepcional. Y Shmuel dijo: Esta expresión significa un descendiente que ungirá a dos hombres a la realeza. ¿Y quiénes eran? Shaúl y David. Y Rabí Yojanán dijo: Janá rezó para que ella diera a luz un descendiente que sería el equivalente de dos de los hombres más grandes del mundo. ¿Y quiénes eran? Moshé y Aarón. Como está escrito: “Moshé y Aarón entre Sus sacerdotes, y Shmuel entre los que invocan Su nombre” (Tehilim 99:6). En este versículo, el hijo de Janá, Shmuel, se equipará a Moshé y Aarón. Y los rabinos dicen: “Un vástago de hombres”: Janá rezó por un vástago que fuera discreto entre los hombres, que no destacara en nada. La Guemará relata: Cuando Rav Dimi vino de Eretz Israel a Babilonia, dijo en explicación: Janá rezó para que su hijo no destacara entre los hombres; ni demasiado alto ni demasiado bajo; ni demasiado pequeño ni demasiado gordo; ni demasiado blanco ni demasiado rojo; ni demasiado listo ni demasiado estúpido. Cuando Janá llegó al Templo con su hijo Shmuel, le dijo a Elí: “Señor mío, vive tu alma que yo soy la mujer que estuvo aquí contigo para orar al Señor” (I Shmuel 1:26). Rabí Yehoshúa ben Levi dijo: De aquí se deriva la halajá de que está prohibido sentarse a menos de cuatro codos de quien está rezando. Como dice el versículo: “Quien se paró aquí contigo”, indicando que Elí se paró al lado de Janá porque ella estaba orando. Además, el énfasis de Janá al hablar a Elí, “por este joven he orado” (I Shmuel 1:27), indica que ella vino a protegerlo del peligro. Como dijo Rabí Elazar, Shmuel era uno que enseñaba halajá en presencia de su maestro. Janá quería rezar para que él no fuera castigado con la muerte a manos del Cielo por su transgresión, como se afirma: “Y sacrificaron el bovino y llevaron el joven a Elí” (I Shmuel 1:25). Este versículo es desconcertante. ¿Porque sacrificaron el bovino, llevaron al joven a Elí? ¿Qué tiene que ver una cosa con la otra? Más bien, esto es lo que sucedió: Elí dijo a los que trajeron la ofrenda Llamad a un sacerdote; él vendrá y sacrificará la ofrenda. Shmuel los vio buscando a un sacerdote para sacrificar al animal. Él les dijo: ¿Por qué buscáis a un sacerdote para que lo sacrifique? El sacrificio de una ofrenda realizado por un no sacerdote es válido. Lo llevaron ante Elí para que aclarara su afirmación. Elí le dijo ¿Cómo lo sabes? Shmuel le respondió “Está escrito en la Torá: Y el sacerdote sacrificará indicando que la ofrenda sólo puede ser sacrificada por un sacerdote” Está escrito: “Y los sacerdotes ofrecerán”, sólo a partir de la etapa de recibir la sangre en las copas y en adelante es una mitzvá que incumbe sólo a los sacerdotes. De aquí se deriva la halajá de que el sacrificio por un no-sacerdote es aceptable. Elí dijo a Shmuel: Has hablado bien y tu declaración es correcta, pero, sin embargo, eres uno que emitió un fallo halájico en presencia de tu maestro, y cualquiera que emita un fallo halájico en presencia de su maestro, incluso si la halajá en particular es correcta, es pasible de muerte a manos del Cielo por mostrar desprecio por su maestro. Janá vino y gritó ante él: “Yo soy la mujer que estuvo aquí contigo para rezar al Señor”; no castigues al niño que nació de mis oraciones. Él le dijo Deja que lo castigue, y yo rogaré por misericordia, para que el Santo, Bendito Sea, te conceda un hijo que será más grande que éste. Ella le dijo: “Por este joven he rezado” y no quiero otro. La Guemará continúa ocupándose de la plegaria de Janá. Dice: “Y Janá habló con el corazón”. Varias interpretaciones se ofrecen para explicar su uso de la frase “en su corazón” en lugar de la frase común a su corazón (Maharsha). Rabí Elazar dijo en nombre de Rabí Yosei ben Zimra: Janá habló con Dios sobre asuntos de su corazón. Ella dijo ante Él: Amo del Universo, de todos los órganos que creaste en la mujer, no has creado ninguno en vano. Cada órgano cumple su propósito; ojos para ver, oídos para oír, nariz para oler, boca para hablar, manos con las que realizar el trabajo, pies con los que caminar, pechos con los que amamantar. Si es así, estos pechos que pusiste en mi corazón, ¿con qué propósito los pusiste? ¿No fue para amamantar con ellos? Concédeme un hijo y amamantaré con ellos. Tangencialmente, la Guemará también cita una declaración adicional que Rabí Elazar dijo en nombre de Rabí Yosei ben Zimra: Cualquiera que se sienta en observancia de un ayuno en Shabat, su mérito es grande y ellos rompen y revocan su sentencia de setenta años; porque todo el mundo está disfrutando y se prepara una fiesta, es más difícil ayunar en Shabat que en cualquier otro día. Sin embargo, luego lo responsabilizan por no cumplir con la halajá del deleite del Shabat. La Guemará pregunta: ¿Cuál es su remedio para expiar y evitar el castigo? Rav Najmán bar Yitzjak dijo: Él debe sentarse en la observancia de otro ayuno en un día de semana para expiar el ayuno en Shabat. Después de explicar la expresión poco común, en su corazón, la Guemará cita una declaración adicional en el asunto de Janá. Y Rabí Elazar dijo: Janá habló impertinentemente hacia Dios en lo Alto. Como está escrito: “Y ella oró al Señor”, en contraposición a la frase común: Al Señor”.

Este bellísimo fragmento de la guemará nos trae un muestra de los aforismos hagádicos y pueden reconocerse como tales. Es digno de mención Shekalim 6: 8, “Zé Midrash shedarash Yehoyada’ Cohen Gadol” (Éste es el Midrash que enseñó el Sumo Sacerdote Yehoyada), una afirmación que, sin embargo, no puede pretender tener valor histórico. La fecha real del origen del Midrash en cuestión parece ser el período de los Sofrim, los escritores o escribas (Ḳidushim 31a; Talmud de Jerusalén Shekalim 48c), cuya actividad se resume en la frase: “Y leían en el libro de la ley de Dios claramente, y ponían el sentido, de modo que entendiesen la lectura.” (Nejemia 8;8); como quiera que se explique este versículo   indica ciertamente que los Sofrim eran mucho más que meros traductores.

Los Sofrim indicaban cuáles eran sus interpretaciones mediante una escritura peculiar y ciertos signos (puntos, kre y ketib, escrituras completas y defectuosas que se escriben de una manera pero se leen de otra); en consecuencia, midrashim como Sifra, Emor, 9; 3; ib. Shemini, v. 8; pertenecerían a ellos; y aunque las explicaciones posteriores de estos signos y esta escritura peculiar no están establecidas por la tradición, sino que son en general controvertibles y dudosas (comp. Sanedrín 4a).

El hijo del rabino Shira, el rabino Hai Gaón (1038-939), propuso una nueva interpretación de las leyendas y afirmó que fueron creadas en la imaginación de los propios predicadores y no contienen información que llegara al predicador de forma oral a partir de tradiciones antiguas: “Ahora sabemos que las palabras de una leyenda no son de oídas, sino que a cada uno le vino a la mente lo que fuera”. Después de él, el rabino Shmuel ben Jofni Hacohen, fallecido en 1034; conocido como “El Rashbáj”). Fue gaón de la Academia Sura en Mesopotamia (“Babilonia”) de 998 a 1012 que se opuso a las leyendas y se atrevió a negar incluso el relato textual de los milagros de la Biblia, si contradecían el sentido común. Como ejemplo de ello, se refirió a Baalat Haav Mein Dor y afirmó: “Shmuel no habló con Shaúl en absoluto, y la gracia y la paz no se levantaron de su tumba, sino que todo fue un acto de engaño de la mujer”. Rambam (1138-1204) también se refirió a las leyendas en su comentario a la Mishná y dividió a los lectores en tres categorías en su relación con las leyendas. La primera es la de los ignorantes que creen en las leyendas y la segunda se burla de las palabras de los sabios. Como de costumbre, el Rambam es cuidadoso y se sitúa en el término medio, añadiendo así una interpretación convincente a la esencia de la Leyenda. Según él, debe tratarse como una obra de arte, como una recomendación del poema o como una libertad artística que se toma el poeta, en este caso el predicador. Sobre todo, la negación del género leyenda se encuentra en el propio Talmud y sus autores se refirieron a ella ampliamente. Sus palabras demuestran que no querían decir que las leyendas fueran ciertas. Repetían insistentemente la afirmación “No aprendemos de las leyendas” (Yerushalmi Peá 2:6). Mi rabino en la yeshivá repetía: “no se preguntan las afirmaciones del midrash” para darnos a entender que debían tomarse como poema más que como texto interpretativo.

Según este principio, “el predicador ni prohíbe ni permite, ni contamina ni purifica” (Yerushalmi Horiyot 3:5). Adoptaron el principio de que no hay réplicas al sermón ni dificultades con el sermón y no se alarmaron en absoluto por los misterios internos de las leyendas.

Así crearon extrañas historias alejadas de como concebían la realidad. No pocos investigadores modernos siguen intentando lograr un equilibrio entre la ficción de la leyenda y las elevadas ideas que aparentemente se derivan de ella en el campo de la moral, la educación, el pensamiento o la metafísica. Según ellos, no hay que restar importancia a la leyenda en absoluto. Se basan en el principio “Si quieres conocer a Aquel que dijo y el mundo fue, aprende la agadá, a partir de la cual conocerás al Santo, bendito sea, y te adherirás a Sus caminos”, es decir, la agadá es un pensamiento profundo a través del cual una persona puede comprender cosas elevadas.  Los creadores de las leyendas gozan de total libertad artística para expresar afirmaciones tan atrevidas como puedan. No es casualidad que acuñaran el término “las palabras de la venida” (u “hoy”) en el sentido de exageración o “guzmá“, palabras vanas excesivas.

Incluso advirtieron descripciones extrañas en los relatos bíblicos y se atrevieron a negarlas. Por miedo a que todo el mundo creyera las leyendas, afirmaban que se trataba de una exageración y de la lengua. Un tipo de “hoy” está relacionado con los métodos utilizados por el predicador para excitar a su auditorio. Además de exageraciones, utiliza una retórica destinada a cautivar a sus oyentes y sorprenderlos con palabras agudas e ironía. La calidad de las leyendas se mide por los métodos artísticos y la habilidad retórica del predicador. Por ejemplo, el rabino Yehudá Hanasí se sentaba y predicaba, pero el público empezaba a dormitar. Quiso despertar a su audiencia y dijo: “Una mujer dio a luz en Egipto a sesenta rabinos en un solo vientre” (Cantar de los Cantares Rabá 4:1). Obviamente semejante afirmación “despertó” a sus oyentes que la concebían como imposible y absurda.

El principio de la exageración se encuentra en la historia de un sabio “que comió trescientos terneros, y bebió trescientas copas de vino, y comió cuarenta y seis pollitos como postre” (Pesajim 17:1).

Los predicadores comenzaban su discurso con un chiste y sólo entonces se sentaban y empezaban la lección (De hecho, cuando los predicadores describían con detalle a sus héroes, pretendían dibujar personajes con fines narrativos y llenar así un espacio vacío con historias del pasado que su público tanto ansiaba conocer. A falta de fuentes, crearon leyendas según un modelo artístico fácil de comprender, asimilar y recordar.

Basta observar que los personajes de los héroes están todos construidos según un modelo narrativo semejante para sacar conclusiones sobre su verdad. Yoná Frankel, profesor emérito de Agadá y Midrash en el Departamento de Literatura Hebrea de la Universidad Hebrea de Jerusalén que fuera uno de los eruditos más importantes del estudio moderno del midrash y estudioso de la literatura de cuentos de hadas, aborda esta cuestión y afirma que, en realidad, nuestras vidas no se construyen a partir de patrones bellos y precisos. Vimos los patrones del cuento, la estructura precisa, simétrica y redondeada de la trama; ¿existe una trama tan estructurada en la auténtica realidad de la vida ordinaria? ¿Es posible analizar lo que realmente ocurrió en la historia de una forma tan bella y editada? Una gran concentración de actos sobrenaturales desconectados de la lógica como elemento principal en la formación de los personajes de los héroes del Talmud también despierta desconfianza respecto a su historia. Y surge la pregunta de si los autores de los relatos creían realmente que los rabinos celebraban reuniones subterráneas con los emperadores, que servían de consejeros a los jefes de gobierno, que construían túneles para conectar la casa del rabino con el palacio del emperador, que un rabino y su hijo se alimentaron de un algarrobo durante 12 años con la mitad de su cuerpo bajo tierra o que un médico es capaz de fecundar a una virgen sin que tenga relaciones. Cuando escribieron estas maravillosas historias, ¿creían en milagros, hechiceros y magia? ¿Pretendían que sus oyentes las creyeran? En mi opinión, la respuesta es negativa: los autores no pensaron ni por un momento que los hechos irracionales de sus relatos hubieran sucedido realmente. El nivel intelectual de los autores de esta impresionante obra no es compatible con la creencia en actos carentes de lógica, por lo que no creyeron en las leyendas que crearon ni quisieron convencer a su público de que los actos mágicos ocurren en la realidad.

La creencia en la textualidad de los relatos, sea positiva o no, no le quita ningún valor a la letra ni al espíritu de las anécdotas. La memoria nacional las asimila como realidades indiscutibles y no se molestan a contradecirlas.

Hacen bien.

Le quitarían el misterio y la estética necesarias para ser usadas como instrumento educativo.

Los protagonistas de los cuentos del midrash suelen enfrentarse a pruebas y desafíos difíciles que deben superar para lograr sus objetivos. Estas pruebas pueden incluir tareas imposibles, laberintos peligrosos o misiones heroicas.  A menudo presentan objetos mágicos que desempeñan un papel crucial en la trama. Pueden   elementos que confieran poderes especiales o desencadene eventos extraordinarios. Estos cuentos a menudo transmiten una lección moral o una enseñanza a través de las experiencias de los personajes. Las transformaciones físicas y emocionales son comunes. Los personajes pueden ser transformados en animales, plantas o incluso en objetos, y a menudo deben superar estas transformaciones para alcanzar sus metas.

 Se trata de un género literario según el cual los autores contaban cuentos del mismo modo que hoy escribimos novelas y obras de teatro, creamos películas de terror ficticias y sangrientas películas de acción, o escribimos libros infantiles en los que los animales hablan y conversan con los humanos. A medida que la historia se aleja de la realidad, más fascina la imaginación del lector. La exageración, lo maravilloso y lo sublime nos resultan más interesantes que la banalidad de la realidad. Como los sabios del Talmud no disponían de obras comparables a las historias del Tanaj, inventaron superhéroes cuyo elemento fantástico y mágico pudiera excitar la imaginación del público.

Lo extremo, lo milagroso y lo mágico son los pertrechos primorosos del payador. Si tantos pensadores del siglo X se preocuparon de advertir contra la creencia en las leyendas, significa que muchos de sus oyentes sí creían que las leyendas y sus héroes reflejaban la realidad histórica. Por eso había muchas advertencias contra este peligro.

También investigadores post modernos siguen intentando encontrar un equilibrio entre la ficción de la leyenda y las elevadas ideas que parecen derivarse de ella en el campo de la moral, la educación, el pensamiento o la metafísica. Según ellos, no hay que restar importancia a la leyenda en absoluto. Se basan en el principio “Si quieres conocer al que dijo y el mundo fue, aprende la Agadá, a partir de la cual conocerás al Santo, bendito sea, y (si guardas cuidadosamente todos estos mandamientos que te mando hoy, de amar al Señor tu Dios y de andar siempre en sus caminos” (Devarim 19:9). Ees decir, la Agadá es un pensamiento profundo a través del cual una persona puede comprender las cosas elevadas.

A pesar de este enfoque apologético, es difícil encontrar en la descripción del carácter de Yojanán ben Zakai, Rabí Akiva, Simón ben Yojai, o Yehudá Hanasí   elementos de pensamientos morales que sirvan de modelo para la imitación.

¿Es posible aprender algo moral de la descripción de los héroes de las leyendas que se enriquecen? ¿De la historia de su matrimonio? ¿De las hazañas de los personajes? Es más probable que estas historias convencionales, presentadas al lector como si fueran hechos reales, se escribieran sólo para llenar un vacío en su historia pasada.

Un análisis biográfico de los héroes de las leyendas revela que todos pertenecen a un mismo género literario. Se trata de un patrón esquemático uniforme: todos son descendientes del rey David, nacieron pobres y se hicieron ricos, se enriquecieron milagrosamente o casándose con una mujer rica, se casaron con mujeres especiales, (a veces extranjeras), hicieron milagros, curaron a enfermos y predijeron el futuro a los gobernantes, tuvieron amistad con el emperador, el rey, el gobernador o el comandante del ejército, y fueron admirados por las autoridades que les colmaron de todo lo mejor.

Como podemos apreciar, se trata de una convención literaria que permite a muchos identificarse con su contenido sin esfuerzo. Las historias son tan fascinantes que durante mucho tiempo los investigadores ignoraron este esquema narrativo y evitaron cuestionarse la existencia de los héroes.

Con el tiempo, empezaron a surgir perplejidades, sobre todo en torno a la verosimilitud de que tuvieran conexiones personales con los gobernantes del imperio. ¿Es probable que los emperadores de Roma se convirtieran en almas gemelas de rabinos y buscaran su consejo? ¿Es probable que los historiadores de la época no mencionaran estas conexiones si existieran? La exageración, la diversión, el juego, la audacia y la retórica son el pan de cada día de la leyenda talmúdica. Este tipo no era menos valioso a los ojos de los sabios del Talmud y lo saboreaban, y el público estaba sediento de estos medios y los exigía. Para satisfacer las peticiones, los predicadores competían entre sí en el uso de la exageración, el extremismo y la invención de sucesos ilógicos. Esta audacia artística supera todo lo que se puede encontrar en otras fuentes literarias como los libros de la Biblia y los pergaminos del desierto de Judea. Con el tiempo, las leyendas de los predicadores pasaron de boca en boca durante generaciones, hasta que llegaron a nosotros por escrito y recibieron un estatus superior a las intenciones de sus creadores.

Me encanta leer los midrashim. Envidio la capacidad y la libertad de sus creadores. A través de ellos transito por caminos que de otra manera me estarían vedados.

Pero, trato de proporcionar su lugar en la pirámide de las fuentes para no renunciar en ningún momento a la letra de la Torá que es la fuente de inspiración de la exégesis de todo tipo y del midrash en particular.

Yerahmiel

Compartir
Publicado por
Yerahmiel

Entradas recientes

Aprendiendo qué es privacía

La Torá en Parashat Bemidbar habla del censo que Dios le ordenó a Moshé realizar…

5 meses hace

La espada y el libro

Parashat Bemidbar La guerra que fuimos obligados llevar a cabo para defender nuestra población atacada…

5 meses hace

¿Y por qué fue dada la Torá en el contexto del agua, el fuego y el desierto?

 ".A. habló a Moisés en el desierto del Sinaí, en la Tienda del Encuentro, el…

5 meses hace

La Fortaleza de Rabí Akiva

‼Ya está disponible en versión digital.✅ Adquiérelo en un instantehttps://a.co/d/9rCMABI https://read.amazon.com/kp/embed?asin=B0DM6QZGR6&preview=newtab&linkCode=kpe&ref_=kip_embed_taf_preview_HER51P1YQ3KQR0KZ5P2T

11 meses hace

BUSCANDO EL SENTIDO DEL CÁNTICO DE MOSHÉ

Cuando leemos la larga invocación de Moshé al pueblo de Israel de Haazinu en nuestros…

1 año hace

QUE EN ESTE DÍA DEL JUICIO SE ACABEN LAS MALDICIONES

ARTÍCULO SOBRE EL NUEVO AÑO (PUBLICADO EN LA EDICIÓN DE ROSH HASHANÁ DE COMUNIDADES PLUS)…

1 año hace