Betzalel ben Uri, el principal arquitecto y artesano del Tabernáculo (mencionado en Shemot 31: 2, en 35:30, y de nuevo en 38:22) es descrito por la Torá como poseedor de una amplia gama de habilidades.
Era experto en trabajar artísticamente la madera, una variedad de metales, piedras preciosas y semipreciosas, paños, cueros y pieles, aceites y perfumes. Una habilidad adicional, con la que fueron bendecidos tanto él como su asistente Oholiav, fue la capacidad de enseñar a los demás cómo llevar a cabo los esfuerzos artísticos asociados con el Mishcán. Hay que reconocer que cuando un artista puede trabajar con pericia en tantos medios y comprender en gran profundidad las propiedades de cada sustancia, tiene que poseer una sensibilidad estética muy desarrollada y capacidades asociadas a la vista, la destreza manual, y la técnica artística. Ibn Ezra, en Shemot 31: 3 añade que el tipo de conocimiento arquitectónico que implicaba la construcción del Mishcán, hizo necesario que Betzalel esté también muy bien informado en matemáticas, así como en la toma y ejecución de mediciones precisas.
Además, puesto que el propósito del Tabernáculo era espiritual, en cuanto a que constituye una estructura diseñada para ser ocupada por la inmanencia divina, el diseñador debía estar familiarizado con el conocimiento místico. Quizás para entender esa personalidad tan compleja, debamos recurrir a la posibilidad de combinar Avodá Begashmiyut- “servir a .A. a través de nuestra corporeidad, adorándolo en el mundo material, y en situaciones físicas,” combinando el servicio con Torá y Mitzvot, en Avodá Berujaniyut (servicio de naturaleza espiritual).
Este enfoque considera la posibilidad de adorar a .A. en todas las formas de la actividad humana, siempre y cuando las intenciones sean “leshem Shamaim”, con fines celestiales. Nosotros debemos buscar la excelencia tanto en términos religiosos como seculares, así como encontrar el terreno común donde estos dos mundos puedan complementarse entre sí. Estamos llamados a inspirarnos en personalidades como Betzalel, que logran modelar de manera portentosa su existencia.