La Parashá, cuyo centro son los Diez Mandamientos, empieza presentándonos a Yitró el suegro de Moshé, que abandonó la tierra de Midián y se unió a la nación judía, circuncidándose a sí mismo, según la guemará en Sanedrín 94a. Yitró se convirtió en un judío temeroso de Dios, a diferencia del ‘Erev Rav’ que se había convertido con engaño y posteriormente alentó la creación del becerro de oro. El guer, el prosélito, es considerado en un muy alto lugar en la ley judía, .A. afirma que tiene cuatro hijos, que son, el huérfano, el pobre, el levita y el prosélito, o sea un convertido y que tenemos la obligación de respetarles. .A. “hace justicia al huérfano y a la viuda;…ama también al guer dándole pan y vestido”. (Devarim 10:19). Yitró, a pesar de haber sido educado en el paganismo, adorando a muchos ídolos en su pasado, lo dio todo por el pueblo de Israel. La Torá nos relata en Shemot 12: 37-38: “Partieron los hijos de Israel de Ramsés a Sucot, como seiscientos mil hombres de a pie, sin contar los niños. También subió con ellos “erev rav” (gran multitud) de toda clase de gente, y ovejas, y muchísimo ganado”.

¿Quién es el Erev Rav? ¿Quién lo integra?

El término bíblico Erev Rav, se traduce como una “multitud heterogénea” que salió de Egipto con el resto del pueblo judío. Fueron los egipcios insinceros y otros esclavos, que aprovecharon la ocasión para huir y unirse al pueblo de Israel. Todos ellos fueron aceptados por Moshé, guiado por su piedad. Pero… todos los incidentes inmorales que ocurrieron en el desierto desde el pecado del becerro de oro a las quejas sobre la falta del alimento, del agua, y de la carne, les son   atribuidos a ese “erev rav”. Parece que, al igual que Amaleq, que hoy día es un término utilizado para describir el mal, y que no se refiere a ninguna nación actual, “erev rav” no se basa en la genealogía, sino más bien en el simbolismo místico. Desde el Talmud Jaguigá, comenzamos a tener la imagen que en cada generación las almas del “erev rav” existen en numerosos individuos. Esa contaminación espiritual vive entre nosotros en cada generación. El Zóhar, menciona enfáticamente que el “erev rav” sigue siendo la causa de la mayoría de los problemas que dañan al pueblo judío. El Ari, el rabino Isaac Luria, era capaz de detectar cuáles de sus estudiantes eran del “erev rav”. El Gaón de Vilna, que vivió en el siglo XVIII, escribió extensamente sobre el “erev rav” y el mal que poseen y transmiten. De las fuentes mencionadas, hay evidencia real de que el “erev rav” está viviendo entre nosotros. La verdadera pregunta es si sabemos quiénes son, y cuáles son las características de alguien que realmente es del “erev rav”. A no equivocarnos, no necesariamente son personas que no cumplen mandamientos, el “erev rav” se encuentra también muy activo entre los que parecen muy piadosos. El Zóhar dice que mientras el “erev rav” exista, no puede venir la Redención. Esas personas, que están entre nosotros, no están interesadas en el bienestar de Israel. Están más interesados en las naciones del mundo que en la nación judía, en su peculio personal que en servir lealmente a la comunidad. El Gaón de Vilna escribió que probablemente sean rabinos que viven en el exilio. Avraham Itzjak Kuk, el primer rabino jefe de Israel, añadió que tales rabinos incluso disuadirán o impedirán que la gente haga aliá a Israel. El Gaón de Vilna describe al “erev rav” como gente que es argumentativa y egoísta. Corren tras el dinero y el honor y son deshonestos en que lo que dicen, ya que no es necesariamente lo que sienten. Todo esto puede sonar un poco atemorizante. Por lo que si sospechamos de alguien, podemos determinar si es uno de horribles, peligrosos entrometidos o no sabemos mirar. El que se enorgullece de ser judío y ama al pueblo judío y defiende el honor del pueblo judío y del Estado judío, no puede ser “erev rav”. Del mismo modo, quien acepta la autenticidad de la Torá y vive por ella de manera humilde, no es “erev rav”. El que ve a la Fuerza de Defensa de Israel como una misión sagrada en la defensa del honor del pueblo judío, no es “erev rav”. El que ama al pueblo judío y siente el dolor de cada judío como si fuera su propia familia, no es “erev rav”. Quien aprecia el milagro que es el Estado de Israel, y está furioso cuando escucha las actividades de BDS, no es “erev rav”. En resumen, un judío orgulloso que no tiene miedo de mostrarlo, no es “erev rav”. Pero sí, los individuos que no muestran su lealtad al pueblo judío. Lo son quienes disimulan su identidad judía o se avergüenzan de ella. Los jueces deshonestos. Los que lucran con la tzedaká para sus fines. El Ar”i, y el Rav Kuk claramente declararon que existe la posibilidad de que el “erev rav” pueda arrepentirse. Quizás, si nos fortalecemos y les mostramos la falacia de sus caminos, su influencia se debilitará y el obstáculo a nuestra redención será eliminado. Pero, si les toleramos seguirán allí. Yitró fue leal al pueblo judío y dio consejo concluyente y decisivo a Moshé, sugiriéndole sobre cómo instituir los sistemas judiciales, ahorrando así a Moshé y a los judíos mucho tiempo después corruptelas y dolores de cabeza y dándoles una estructura judicial (Shemot 18: 17-23). ¿Y cómo debían ser esos jueces? “Pero selecciona de entre todo el pueblo a hombres capaces, temerosos de .A., hombres íntegros que aborrezcan las ganancias deshonestas, y ponlos al frente de ellos como jefes de mil, de cien, de cincuenta y de diez”. Esa actitud demuestra, que pese a su historial pagano, su extranjería, al desear el bien de Israel supo apartarse del “erev rav”, y dar una lección a las generaciones venideras. Por eso, toda una parashá de la Torá, lleva su nombre.    

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