Parshat Bejukotay es la última del libro Vayikrá-Levítico. Cuando termina la lectura de la Torá, es costumbre que la congregación cante: “Jazak, Jazak, venitjazek”. Sé fuerte. Sed fuerte. Y que nos fortalezcamos unos a otros. Aspiración que en nuestros días es una orden.

UNA REPETICIÓN CON SIGNIFICADO

Leemos al final de 26:5-“Vishavtem Lavetaj Beartzejem“, [Y habitarás con seguridad en tu Tierra], y el siguiente pasuk comienza, “Venatati Shalom Baaretz” [Yo proporcionaré paz en la tierra]. De aquí aprendemos que en tu Tierra podrás vivir con seguridad, y no fuera de ella. Y que recibiremos la paz en la Tierra, porque si no hay paz no hay nada, aunque tengamos todo, de nada vale. La paz equivale a todo, como nos dice el profeta Yeshayahu 45:7: “Que formo la luz, y creo las tinieblas; que hago la paz y que creo el mal. Yo soy el Señor, que hago todo esto.” 

El orden parece indicar que debemos estar buscando la seguridad, y de ella derivará la paz. Nunca se sabe lo que puede desencadenar un “desacuerdo” que desemboque en una guerra.  Que no debemos bajar la guardia y nunca relajarnos en una falsa sensación de tranquilidad. 

Sin embargo, si nos sentimos y estamos realmente seguros en nuestra Tierra y transmitimos eso a nuestros vecinos ellos nos temerán y entonces podremos esperar habitar plenamente en paz con fe.

FÓRMULA PARA LA PAZ

La fórmula para la paz en esta Tierra se logra mediante un firme compromiso de confianza y fe. El Naví Yirmiyahu introduce la Haftará [16:19] proclamando: “Hashem Uzi Umauzi” [Señor, fuerza y fortaleza mías, mi amparo cuando llega el peligro].

El Malbim, (R’ Meir Leib ben Yejiel Mejel, 1809-1879) en su comentario sobre esta Haftará explica que Yirmiyahu colma de alabanzas y bendiciones a quien deposita toda su confianza en Hashem. Aunque esta persona indudablemente se confía en la seguridad al tener un ejército fuerte él se da cuenta de que Hashem es en última instancia su verdadero Protector. 

Pero hay otra actitud prevalente en quienes depositan su confianza en Hashem y en sus esfuerzos personales. Aunque esta no es una forma suprema de fe y confianza, y no recibe palabras de alabanza, es sin embargo aceptable. 

Existe aún una tercera actitud entre algunos, una que es totalmente inaceptable y es condenada por el Naví. Yirmiyahu maldice a quien confía total y en forma única en su propia destreza militar.  

Esta Haftará elegida para la Parashá es un elemento clave para entender el conflicto básico de nuestros días en nuestro país. Leemos Vishavtem Lavetaj Beartzejem, [“Y habitaréis seguros en vuestra tierra”], seguido de venatati shalom baaretz, [“Y daré paz a la tierra”]. Pero, pregunta el “Or Hajaim”, si ya se nos dice que Dios nos dejará habitar seguros en nuestra tierra, seguramente eso incluye la paz, y ¿por qué entonces repetir la promesa de que Dios dará paz a la tierra? En su respuesta distingue entre el primer versículo se refiere a la seguridad en artzejem, “vuestra tierra”, es decir, la Tierra de Israel. En cambio, el segundo versículo se refiere a la concesión de la paz en baaretz, que debería traducirse como que, además de nuestra propia seguridad nacional, estamos comprometidos con la paz en el mundo, con la gran esperanza y la lucha por la paz en todo el mundo.

Lo que sucede en la guerra que Israel está librando en estos días influirá en todo el mundo, que apenas ahora comienza a percibir el peligro que el fundamentalismo representa para todas las naciones. Que lo que el Hamás nos ha hecho en Shemini Atzeret no es una lucha antiimperialista ni por la reivindicación de territorios, su actitud revela, en el formato elegido de matar por matar a todo a quien tenía enfrente y violar a toda mujer sin importar su edad, que no se avergüenza de mostrar una deshumanización extrema que se expresa frente a quien no se desea someter a su fe. 

Si fuéramos una nación como las demás naciones, esta lucha seguiría siendo noble, pero natural. Nuestra existencia está en juego, y no nos someteremos a las ambiciones asesinas de esas fuerzas apoyadas por monarcas venales y reinos de los traficantes de esclavos, también entre quienes ser los intercesores para la liberación de los rehenes.

NO OLVIDAR LOS ORIGENES

No debemos olvidar que la creación del Estado de Israel fue el acto mínimo de las potencias del mundo por el que salvaron el imperceptible rastro de dignidad humana que les quedaba. Israel es un Estado concebido en los guetos de Europa, nacido en los campos de exterminio de la muerte de Auschwitz y Treblinka, parido en los campos de detención de Chipre, y envuelto en los harapos con los que las potencias occidentales se vendaron los ojos ante nuestra agonía y se taparon los oídos para no oír nuestro grito de angustia.

Israel es una penitencia pagada por Rusia, por Babi Yar, por Inglaterra, por el Struma, por los Estados Unidos por su negativa a escuchar a tiempo el grito de los refugiados a tiempo, por los países católicos, por el silencio del Papa, por todos y cada uno de los países por sus propios crímenes públicos y privados contra nosotros.

Cuando actuemos, por tanto, en defensa de Israel, estaremos luchando no solo por la existencia de Israel y la nuestra, sino en efecto por el honor de Rusia, Inglaterra, América, Francia y toda la humanidad. La humanidad, lo sepan o no, se den cuenta o no, les importe o no, lo aprecien o no, incluso lo quieran o no.    

Tani beshem Rab Elazar, hasayaf vehasefer nitnu mekorajin min hashamayim. [La espada y el Libro fueron dados envueltos juntos desde el Cielo]. Hemos dado al mundo su sefer, su Libro. Ahora, si es necesario, defenderemos ese sefer y al Am Hasefer (Pueblo del Libro) con una Sayaf (espada) de valor y honor. Porque ese cargo y esa misión es min hashamayim, ¡decretado desde el Cielo!

Oremos por la libertad de todos los rehenes, vivos o no, ya mismo sin más postergaciones. 

Nuestra oración y nuestra perspectiva deben ser siempre esperanzadoras, nunca desesperadas.

Quisiera llamar la atención sobre una idea que no sólo habla de esperanza, sino que ofrece una perspectiva que va mucho más allá de los límites parroquiales de la política del poder. 

Esta es una hora de crisis, no sólo para Israel como Estado sino para Israel como pueblo. Nuestro destino, y el destino de nuestros hijos y de los hijos de nuestros hijos, lo están forjando los soldados de Israel.

Ningún judío puede permitirse mirar la tensa situación como un extraño. Como dijo el judío Mordejay a la reina Esther, muy bien situada en la sociedad y la política no judías, al tedami benafshej lehimalet beit avij [no imagines que encontrarás seguridad mientras el peligro se cierne sobre el resto de la Casa de Israel].

Las armas que apuntan al corazón del Estado se dirigen a los corazones de todos los judíos estén donde estén y a los corazones del hombre libre. 

Por ello, urge derrotar a las fuerzas del mal.

El mundo necesita mucha fuerza de bien. 

1 Comment

  • Marta Kohan, 29 mayo, 2024 @ 10:07 pm Reply

    Como siempre,brillante,fundamentado y esclarecedor!
    Ishar Coaj!

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