A los humanos no nos gusta cambiar. Nos cuesta salir de nuestra zona de confort, especialmente cuando hablamos de nuestras costumbres o las herramientas que utilizamos. Tanto los hábitos como los vicios, se encarnan en nosotros a través de la repetición de actos ya sean buenos o malos, por lo que en uno o en otro sentido tenemos que la costumbre es inherente a la actuación del hombre orientándolo a su perfección o a su destrucción.

Lo hemos visto durante la pandemia del Covid, y cómo se comportaron los que llevaron a Europa a una guerra que era difícil de concebir. Lo percibimos al notar la indiferencia de quienes tienen la posibilidad de ayudar a los refugiados a encontrar techo, alimento, trabajo y educación para sus hijos.

Somos tan previsibles que nos volvemos altamente vulnerables. Pero, si bien es cierto, que el entorno condiciona nuestra actuación (sociedad, amigos, familia) en ningún caso es el determinante de nuestra opción, ya que cada uno es libre de decidir qué camino tomar. 

Pesaj, nos trae bendiciones porque nos entrena al cambio. Sutil pero categóricamente. Lo único es practicar y enseñar no quedarnos dormidos.

Veamos.

La Guemará en Masejet Pesajin (116a) establece que la mitzvá de relatar el Éxodo de Egipto en la primera noche de Pesaj- debe cumplirse mediante el proceso de inquirir y revelar. Hay que animar a los niños a que planteen preguntas a sus padres, que deben responder explicándoles la historia del Éxodo.

Las fuentes bíblicas de esta mitzvá, en las que la Torá habla de que los niños piden a sus padres que les expliquen las observancias de la noche de Pesaj, y los padres explican su significado como actos conmemorativos para recordar los milagros del Éxodo. Veamos Shemot 12:26-27: “Y cuando os dijeren vuestros hijos: ¿Qué es este rito vuestro?”… y en 13:14-15 “Y cuando mañana te pregunte tu hijo, diciendo: ¿Qué es esto?, le dirás: .A. nos sacó con mano fuerte de Egipto, de casa de servidumbre; y endureciéndose Faraón para no dejarnos ir, .A. hizo morir en la tierra de Egipto a todo primogénito, desde el primogénito humano hasta el primogénito de la bestia; y por esta causa yo sacrifico para el Señor, todo primogénito macho, y redimo al primogénito de mis hijos” y finalmente en Devarim 6:20-25 “Mañana cuando te preguntare tu hijo, diciendo: ¿Qué significan los testimonios y estatutos y decretos que .A. nuestro Dios os mandó? entonces dirás a tu hijo: Nosotros éramos siervos de Faraón en Egipto, y .A. nos sacó de Egipto con mano poderosa. El Señor hizo señales y milagros grandes y terribles en Egipto, sobre Faraón y sobre toda su casa, delante de nuestros ojos; y nos sacó de allá, para traernos y darnos la tierra que juró a nuestros padres…”. 

La Guemará añade que si uno no tiene hijos el deber de preguntar pasa a su mujer, y si está solo, se debe interrogarse a sí mismo.

Esta halajá, codificada en el Shuljan Aruj (Oraj Jayim 473:7), indica claramente que el propósito del formato de preguntas y respuestas va más allá del interés por el diálogo intergeneracional. Si bien esta interacción puede ser, en efecto, un elemento importante de la experiencia del seder, evidentemente Jaza”l quería que nosotros mismos recordáramos los milagros del Éxodo en esta noche específicamente en la forma de responder a las preguntas, indagando y luego explicando.

Rav Tzadok de Lublin, en su Peri Tzadik (Pesaj, 2), explica que debemos recordar la historia del Éxodo de esta manera porque “en esta noche, una persona debe sentir la novedad dentro de sí mismo”. El formato de preguntas y respuestas destaca la experiencia de “novedad”, el proceso de descubrimiento, de obtener nuevos conocimientos y llegar a una nueva comprensión.

Cuando introducimos información planteando primero una pregunta, no sólo obtenemos conocimiento, sino que apreciamos su novedad, porque previamente nos ponemos en la posición de tomar y elaborar esa información. Y esta experiencia de novedad, escribe Rav Tzadok, es un componente vital de la celebración de Pesaj.

El rav sabía que esa dinámica despierta lo más profundo del ser y nos da el ejemplo de   la práctica del “carpas” – sumergir una verdura en un líquido – que la Guemará explica que se cumple básicamente con la intención de introducir algo nuevo y diferente en el seder con el propósito de despertar el interés de los niños y llamarles la atención sorprendiéndoles por algo raro y diferente (Pesajin 114b). Esta práctica, escribe Rav Tzadok, subraya el tema del cambio y la novedad. No se trata simplemente de atraer el interés de los niños como una cuestión práctica, sino   de destacar el tema de la novedad, que las cosas en esta noche son diferentes de lo que normalmente son.

Rav Tzadok explica que, al celebrar la salida de nuestros antepasados de la esclavitud a la libertad, debemos reconocer nuestra propia capacidad para “liberarnos” de nuestras limitaciones percibidas, para reconocer y creer realmente que podemos cambiar y ser diferentes de cómo somos ahora.

Nosotros, nos sentimos a menudo atrapados en nuestras circunstancias y en nuestro nivel actual de logros. La transformación sufrida por nuestros antepasados, de esclavos humildes a una nación orgullosa y libre, y de pueblo sumergido en la cultura pagana del antiguo Egipto a siervos fieles, obedientes y devotos de Dios, debe despertarnos a nuestra propia capacidad de transformarnos. Fue un cambio revolucionario. Imposible de ser imaginado por ellos mismos. No en vano dentro del grupo de esclavos había resistencias para lanzarse a una nueva vida en la que debían ser responsables de su presente y de su futuro.

La mitzvá del relato de Mitzrayim está diseñada de tal manera que experimentamos la “novedad” y el cambio, porque uno de los principales objetivos del Seder es darnos cuenta de nuestra capacidad de cambiar nosotros mismos y nuestras vidas. Y presentamos la información como soluciones a las preguntas más controvertidas, para asegurarnos de que somos capaces de encontrar soluciones al menos a algunos de nuestros propios problemas, de que nuestras condiciones indeseables no tienen por qué ser permanentes.

Al reflexionar sobre la drástica transformación sufrida por nuestros antepasados en circunstancias que parecían inalterables, debemos sentirnos alentados e impulsados a iniciar nuestras propias transformaciones personales y a liberarnos de las cadenas imaginarias que con demasiada frecuencia permitimos que nos retengan.

Pesaj es una maravillosa oportunidad de cambiar nuestras personas y nuestras vidas, nuestra manera de ver las cosas, de salir de la zona de comodidad.

De renovar nuestra vocación de servicio a Boré Olam y a nuestras comunidades. De poder redescubrir nuestras debilidades tan bien escondidas.

Pesaj Casher Vesameaj.

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