Ningún pueblo había legislado previamente sobre este tema.

Rabí Bahya ben Asher el sabio judío del Siglo XIII, nos dice que la norma intenta lograr que el soldado pierda el atractivo de la mujer cautiva, ahora desarreglada, sufrida, deprimida y pueda relacionarse con ella más empáticamente.

La Torá parece reconocer la fuerte construcción del ser humano sobre sus instintos más ciegos y primarios, y de nuestra naturaleza más salvaje, que nos hace inmunes al dolor ajeno, indiferentes a sus humillaciones, silenciosos ante las injusticias que nos convienen, cómplices de cualquier delito que de algún modo nos pueda beneficiar. Porque lo cierto es que hace falta toda una legislación con el maravilloso brillo de la Torá para que seamos capaces de, al ver los signos ajenos del daño y de la degradación y la infamia, de colocarnos en el lugar de la víctima y preguntamos cómo nos sentiríamos en su situación.

Por otro lado no es el sagrado texto en modo alguno una aceptación de la inclinación al mal que hay en nosotros, ayudándonos en nuestras perversidades a amainar el mal que cometemos. Se trata, una vez más, de retroceder en la maldad instintiva y construir el bien hasta a partir de la peor de las situaciones.

Maravilloso final: “y si no te has deleitado con ella, entonces tienes que despedirla, al agrado de su propia alma; pero de ninguna manera debes venderla por dinero. No debes tratarla tiránicamente después de haberla humillado”. La Torá me previene sabiamente para que, sobre un mal realizado en tiempos de guerra, no haga otra locura aún peor con una mujer después de haberla tenido en mi propio hogar “un mes entero” vendiéndola ahora como esclava. Si bien el ideal es siempre lo más sublime, lo más lejano, en cambio lo realmente humano y sagrado al mismo tiempo esté en reconocer nuestros errores y ser capaces de enmendar nuestra conducta mejorando la vida de las víctimas de nuestras insensatas acciones.

Los temas siguientes de la parashá parecen ser una concatenación inevitable: quien se aprovecha de la mujer cautiva, tendrá más de una mujer, y por fuerza no se escapará de “tener a una amada, y a otra odiada” y hará que sus hijos se aparten del camino del bien.

A lo largo de la lectura aparecen cinco recordatorios a acciones pasadas, especialmente las referidas a Egipto antiguo, cuando el mensaje parece indicar: Ahora que están a punto de ingresar a la Tierra Prometida, quítense las conductas de la violencia del dominador y busquen no esclavizar ni esclavizarse como en la Tierra de la Esclavitud. Y este consejo sigue siendo tan válido ahora como cuando se emitió hace miles de años: como toda la Torá en todas y cada una de sus palabras.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *