Recuerdo que adjudican al Baal Shem Tov la afirmación que “si cuando sales de la sinagoga estás igual que cuando ingresaste” ¿para qué llegaste? Poniendo en evidencia a muchos que su rezo no tuvo trascendencia.

Pero, en nuestros días, cuando el Covid-19, nos presenta al Ángel de la Muerte frente a los ojos, y el tapete sobre el que estábamos sentados sigue moviéndose arrastrando en sus movimientos a familiares, amigos, y a miles de personas que no conocimos, y que al igual que sus más cercanos no asistimos a sus exequias, no podemos permitimos recitar palabras vacías. Es claramente evidente que algo nuevo abarca todo el espacio, pone en evidencia nuestra ignorancia y la de los que presumían ser sabelotodo en medicina, trae consigo velocidad en sus cambios, abarca todo el espacio, y está a la vez en todos los lugares, penetrando nuestras defensas dejándonos indefensos porque pasamos por momentos que no tenemos la capacidad de comprender.

En un panorama como este, es muy difícil concentrarnos en el texto del majzor, meditarlo, e incorporarlo a nuestra existencia. Y es una lástima porque sin sus palabras, perdemos parte de la perspectiva de la vida que Rosh Hashaná nos permitiría.

Creo que desde la finalización de la II Guerra Mundial la mayoría de los humanos pudimos recitarlas sin incorporarlas y la vida seguía igual… o casi, exceptuando en los momentos de crisis mundial, nacional o personal.

Si nuestra capacidad de comunicación había sido limitada por la técnica, el Zoom se encargó que perdamos gran parte de la audición verdadera que es tanto cognitiva como sensorial justo cuando más necesitamos, escuchar y comprender, también al prójimo, porque perdimos la audibilidad.

Saadia Gaon, uno de los líderes espirituales judíos más importantes de la Edad Media brindó interpretaciones de los sonidos del shofar: Al ser análogo a los toques de trompeta que anuncian la coronación de un rey, en Rosh Hashaná, recuerda la creación del mundo y la coronación de nuestro soberano. El shofar suena para conmover nuestra conciencia, para confrontar nuestros errores pasados ​​y regresar a Dios, quien siempre está listo para recibir al penitente. El shofar nos trae al presente al sonido que acompañó la revelación de Dios en el Sinaí y nos pide seguir su estudio y practicar sus mandamientos. Nos evoca las exhortaciones de los profetas cuando denunciaban las malas acciones de su pueblo y lo convocaban al servicio de Dios y del hombre con su voz. Su resonancia conmemora la destrucción del Templo en Jerusalén y nos llama a luchar por la renovación de Israel en libertad y en comunión con los principios divinos. El shofar, que es un cuerno de carnero, nos perpetúa al rumiante que Abraham ofreció como ofrenda en lugar de su hijo e inmortaliza así la fe heroica de  nuestro pueblo que nos ejemplificaron la más alta devoción a Dios, de la que es capaz el hombre. El shofar impide que echemos en saco roto, el sentimiento de humildad ante la majestad y el poder de Dios, que se manifiestan en todas las cosas y que rodean constantemente nuestra propia vida. Nos confronta con el Día del Juicio Final, convocando a todas las personas y naciones a prepararse para el escrutinio de Dios de sus obras y presagiando el regreso del exilio, y la jubilosa proclamación de la libertad, cuando los exiliados y las personas sin hogar de Israel regresarán a Tierra Santa. Por último, el shofar vaticina el fin del orden mundial actual y la inauguración del reino de justicia de Dios en todo el mundo, con un Israel regenerado que guía a todas las personas a reconocer que Dios es Uno y Su nombre Uno. No en vano, citamos al profeta Yeshayahu (44:6), durante las plegarias que aparecen en los devocionarios de la Altas Festividades que nos enseñó que: “Así dice .A. Rey de Israel, y su Redentor, Señor de los ejércitos: Yo soy el primero, y yo soy el postrero, y fuera de mí no hay Dios”.

Este Rosh Hashaná debemos reaprender escuchar, entender y meditar lo que articulamos para impedir que nos dejemos llevar por la superficialidad.

Cuando intentamos comprender la expresión bíblica naasé venishmá de Shemot 24: 7, “Todo lo que .A. ha dicho haremos y obedeceremos”, debemos leer “haremos y entenderemos”. No es un recitado de memoria, en un tipo de encantamiento ritualista, sino en palabras que deben tener sus raíces en la comprensión. El segundo sentido de Saadia de esta palabra de “aceptar”, que implica fe, compromiso y obediencia, como en la expresión de “la aceptación del yugo del Reino de los Cielos”. La recitación no debe ser una declaración intelectual incorpórea, un mero ejercicio académico, sino que debe representar un profundo compromiso espiritual y existencial con el contenido y las implicaciones como los del primer versículo del Shemá. Cuando nos dedicamos seriamente a la oración, esforzándonos por experimentar la presencia de Dios, no es el momento de albergar dudas intelectuales.

En la oración, enseñó R. Najman debemos dejar de lado toda nuestra “sabiduría” y presentarnos ante nuestro Hacedor humildemente como hijos; ser como un niño en la oración es tan apropiado como ser escéptico en el pensamiento. Cuando buscamos arrancar el significado trascendente de la existencia y salir del vacío, no debemos arrojarnos a ese mismo vacío. Más bien, en ese momento sagrado, podemos dejar a un lado nuestras dudas y, con toda integridad, proclamar la unidad de Dios de todo corazón. Como dijo una vez otro sabio maestro jasídico, “incluso la fe requiere fe”.

La convocatoria es clara: Escucha y comprométete, oblígate incluso cuando trates de comprender. Las circunstancias por las que atravesamos lo exigen.

Y llega Yom Hazicarón, el “Día de Recordación”… ¡vaya que tenemos que recordar! Y viene Yom Teruá, “Día del Toque del Shofar”, y ¡vaya que debemos permitirnos oírlo!… y nos convocan a la oración para que a través de ella, tengamos conciencia mayor de nuestras vidas.

Entonces, nuestro pedido de Zojrenu Lejaim, recuérdanos para la vida, Melej Jafetz bajaim, soberano que desea la vida, adquirirá el sentido del que tanto necesitamos.

 

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *