La prohibición de hacer el servicio en estado de semiebriedad.
En Parashat Sheminí, la Torá introduce una prohibición que prohíbe a los cohanim entrar al Mikdash en estado de borrachera. La Torá habla en este contexto de “yayin ve-sheijar” “No bebas vino ni licor embriagante, tú ni tus hijos contigo, cuando entren en la tienda de reunión, para que no mueran. Es estatuto hasta tiempo indefinido para sus generaciones” (10: 9), que generalmente se traduce como “vino y otras bebidas embriagantes”.
Rashí, sin embargo, interpreta esta frase como la prohibición de beber “vino hasta quedar borrracho” (“yayin derej shijruto”). Como explican el Ramban y Jizkuni, Rashí entiende que la palabra sheijar en esta frase no incluye otras bebidas embriagantes bajo esta prohibición, sino más bien como una calificación de la prohibición.
Es decir, se aplica solo si uno bebía una cantidad y de una manera que pudiera causar borrachera. Si un cohen bebía menos de esta cantidad, o si bebía esporádicamente, de modo que no estuviera ebrio, podría entrar al Santuario y realizar el servicio divino. Por lo tanto, surge que, según Rashí, un cohen tiene prohibido ingresar al Mikdash solo después de beber vino, pero no después de tomar otras bebidas. Dado que el término ve-sheijar viene a calificar la prohibición contra el vino, en lugar de ampliar el alcance de la prohibición para incluir otras bebidas, la prohibición se relaciona específicamente con la borrachera obtenida a través del consumo de vino. Esta es la posición adoptada también por el Ramban.
El Rambam, sin embargo, en Hiljot Biat Mikdash (1: 2), acepta la lectura directa de esta frase, por lo que se refiere tanto al vino como a otros agentes embriagadores. En su opinión, un cohen que bebe cualquier bebida intoxicante no puede ingresar al Mikdash durante su estado de embriaguez.
Ya el Tur, en su comentario de la Torá (Perush Ha-Tur), plantea la pregunta de por qué Rashí y el Ramban distinguirían entre vino y otras bebidas alcohólicas en este sentido. Si la Torá les prohíbe a los cohanim entrar al Santuario bajo borrachera, ¿qué diferencia hace si han bebido vino u otras bebidas?
Rav Yaakov Kopel Schwartz, en su trabajo Yekev Efrayim (Nueva York, 5761), sugirió que el Ramban y Rashí adoptaron un enfoque completamente diferente para comprender la naturaleza de esta prohibición.
El Ramban escribe: “La razón de este precepto en este punto es para que el Cohen no se equivoque en su embriaguez del vino y se encuentre con un pensamiento impropio y muera como resultado, tal como lo hicieron sus hijos (de Aharón)”. Incluso una leve infracción con respecto al servicio en el Mikdash, no se debe cometer. La Torá prohibió realizar el servicio después de beber vino, lo que podría resultar en un mal juicio. Rav Schwartz sugiere que la preocupación aquí no se relaciona con el estado real de borrachera, en el que el cohen es incapaz de pensar correctamente, sino con el estado de ánimo general que, a menudo, acompaña a la bebida consumida con avidez.
El vino no solo intoxica; también provoca un estado de ánimo y una sensación de despreocupación que fácilmente podría resultar en laxitud con respecto a las responsabilidades estrictas de los servicio divino. Por lo tanto, la Torá restringió esta prohibición al vino, que generalmente se bebía más liberalmente y, por lo tanto, era más probable que condujera al exceso. Más que otras bebidas, beber vino planteaba el riesgo de que los cohanim se sintieran demasiado confiados y demasiado relajados cuando entraran en el Mikdash, lo que podría resultar en un error similar al cometido por los hijos de Aharón.
Si el lector de este comentario no está habituado a ingresar y circular por los vericuetos y laberintos de la exegesis de Jaza¨l, podría pensar que la discusión no tiene sentido y sus conclusiones no son lógicas.
Sin embargo, en lo personal creo que es un principio fundamental el poder distinguir entre los “borrachos consuetudinarios” o los farmacodependientes conocidos y que en el momento de tomar decisiones están a toda luz incapacitados para ello, y las personas que únicamente están “alegres” porque por una pequeña cantidad de alcohol han relajado sus actitudes y perdido parte de su atención a lo que sucede a su alrededor.
Los primeros serán impedidos por quienes forman parte de su equipo a acercarse siquiera para el servicio –sin necesidad que exista una norma que lo decrete–, pero lo otros, que llegan a sus puestos alegremente y sin inhibiciones son los verdaderamente amenazantes. Son los que aceleran en las carreteras y realizan maniobras riesgosas pensando que dominarán la situación, son los que conducen aeronaves cansados sin poder concentrarse en los manuales y que prefieren estar siempre en “piloto automático”. Son los líderes políticos y espirituales a quienes los vahos de los alcoholes no les impiden hablar sin que se les note la graduación alcohólica, pero a quienes sus sentidos están afectados por esas aparentemente leves inhibiciones. Ese es el sentido de la discusión y de la norma, a mi entender.
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