“Y llamó (Vayikrá) a Moisés y le habló (Vaydaber) desde la tienda de reunión, diciendo: “Habla (Daber) a los hijos de Israel, y tienes que decirles (Veamarta): ‘En caso de que algún hombre’”…
El tercer Libro de la Torá, llamado en español Vayikrá, comienza con la palabra Vayikrá, “y [.A.] llamó”. El texto no comienza con el Vaydaber más común, “[.A.] habló” ni con “Vayomer”, “[.A.] dijo”, sino con “[.A.] llamó… o si se quiere… convocó”. .A. llama a un ser humano, un concepto extraordinario y desafiante justo en la primera palabra. Los primeros dos versículos usan tres tipos de comunicación y no son vanos. Quienes tradujeron Vayikrá como Vayikrá, perdieron la oportunidad de descubrir este profundo secreto, que permite comprender mejor todo el libro.
De allí que podemos inferir que nos está señalando que Vayikrá nos da posibilidades de comunicación perfectamente delineadas.
En el comentario de Or Hajaim al primer versículo de la lectura de esta semana: “[.A.] llamó a Moshé”; quizás las Escrituras quisieron informarnos del gran poder del Todopoderoso, que puede llamar en voz alta sin ser escuchado sino por quien Él desee [o: por quien lo desee]. En hebreo, las últimas palabras de la cita anterior son ambiguas y pueden interpretarse en el sentido de que la palabra de .A. solo es escuchada por aquellos a quienes el Señor desea escuchar, o que solo alguien que desee escuchar la palabra de .A. tendrá el privilegio de escucharlo.
Los deseos de una persona deben ir acompañados por acciones continuas de acercarse a Dios en devoción y admiración; de lo contrario, los deseos de la persona no producirán el resultado deseado. Al comenzar el libro de Vayikrá, un libro dedicado a la pureza, conviene que recordemos la característica más sobresaliente de Moshé: la humildad.
Tal vez la minúscula alef al final de la palabra Vayikrá (= Él llamó) es para instruirnos acerca de la humildad, la condición previa necesaria para recibir la palabra de Dios, como el Tratado Taanit 7a señala: Rabino Janina b. Ida dijo: ¿Por qué se comparan las palabras de la Torá con el agua?, tal como está escrito, “A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche.” (Yeshayau 55: 1) Para enseñarte, que así como el agua fluye de un nivel más alto a uno más bajo, así también las palabras de la Torá perduran solo con el que es fiel y humilde.
Dicho esto, nos preguntamos: ¿Quién nos llama y cómo nos llaman? ¿Cómo sabemos si .A. nos “llama” alguna vez? O como dicen nuestros exegetas clásicos, .A. llamó a Moshé por su amor a él que le acerca íntimamente. Si siguiéramos esta línea, podríamos afirmar que korbán –la palabra que nos nombra la ofrenda-, viene de la raíz kuf-reish-bet, que significa “acercar”. Una forma de esta palabra aparece cuatro veces en el segundo verso y en numerosas ocasiones a lo largo del libro. Pero, esas tres letras nos permiten asociar otras palabras como batalla, lid, pugna, actividad, acto, actuación, acercarse, abarloar, allegarse.
¿Cómo alcanzamos la cercanía con .A. sin saber que nuestros “sacrificios” son aceptados? ¿Cómo alcanzamos la cercanía el uno con el otro al mismo tiempo que conservamos nuestra individualidad y singularidad? Cada forma de relacionarse con otro ser humano es un intento de cercanía. “Llamamos” para llamar la atención, ser escuchados, ser reconocidos, ser encontrados o encontrar. “Invocamos” para construir una comunidad. Llamamos a una conversación que nos ayudará a entendernos mejor. A veces ese llamado está cargado al grado que puede convertirse en lid o como sucedió en su momento con Abraham Avinu y con Moshé y tantas veces después en la historia cuando los grandes emprendían una pugna con .A., exigiéndole cambie sus decisiones para salvar vidas humanas. Ese tipo de discusión es válido cuando hay una verdadera cercanía amorosa.
Esos sacrificios de animales que ahora pueden parecernos difíciles de aceptar, en realidad estaban tratando de llamarnos, llamarnos y llamarnos (Aquí deseo hacer mención a quienes se preocupan por el bienestar de los animales mientras comen una sabrosa barbacoa e incluso a los veganos más escrupulosos y dogmáticos).
El Libro de Vayikrá, también postula por primera vez la democratización de la santidad. No son sólo eran los cohanim quienes ofrecían sacrificios. Todas las personas traen oblaciones, ofrendas, hombres y mujeres, judíos y no judíos, en momentos de ansiedad, celebración, tristeza, pecado y también durante la normalidad cotidiana. Todo esto lleva a la declaración: “Habla a toda la congregación de los hijos de Israel, y diles: Santos seréis, porque santo soy yo .A. vuestro Dios, Kedoshim tihyú. (Vayikrá 19: 2, ver también 20:26 “Habéis, pues, de serme santos, porque yo .A. soy santo, y os he apartado de los pueblos para que seáis míos.”).
Una declaración tan provocativa en el mundo antiguo, que los legos, profanos y los cohanim pueden alcanzar la santidad, eventualmente condujo a la democratización total del judaísmo mientras teníamos los Templos y particularmente después del sacerdocio.
Vayikrá nos recuerda que somos humanos, y como tales, defectuosos. Que tropezaremos y caeremos. Vayikrá nos ofrece una fórmula para volver a remontar desde muy bajo a las mayores alturas espirituales. La mayoría de los seres humanos todavía parecemos que necesitamos de rituales para sentirnos limpios, perdonados y capaces de comenzar de nuevo. Yom Kipur lo prueba.
Vayikrá y los ofrecimientos que enumera se podían hacer en el Santuario, nos dicen cómo deberían ser nuestros servicios religiosos: Dramáticos. Emotivos. Reactivos. De protesta. Conmovedores. Solemnes. Con todo el corazón. Con todo el cuerpo “cal atzmotai”. Con toda la neshamá.
Los “ritos de las ofrendas” se llaman ‘avodá’ en hebreo. Otro significado de la palabra Avodá es “trabajo”. Sacrificar a un animal era una dura tarea: tenías que llevarlo al sacerdote, sacrificarlo y ofrecerlo con todo tipo de incienso y otros pertrechos. Pero, ‘avodá’ es también servicio, es la capacidad de servir. La guemará nos dice que la oración es ‘avodá Shebalev’, “servicio y dádiva del corazón”. Pero aún es un trabajo duro: severo trabajo interno. El que se puede hacer desde muy cerca y con mucho amor cuando .A. nos convoca y nosotros respondemos.
Vayikrá, con sus leyes sobre la adoración del sacrificio: ofrendas quemadas, ofrendas por el pecado y ofrendas de culpa nos permite experimentar algo de la maravillosa euforia espiritual sentida por los israelitas cuando el Templo aún estaba en pie y todo el pueblo – sacerdotes, levitas e israelitas – tomaba parte en la adoración del sacrificio como se establece en la Torá. Una y otra vez intentamos escuchar un eco de la gran sinfonía de adoración divina que hace tiempo que calló pero que aún espera ser conducida y ejecutada de nuevo.
“Y será grata a .A. la ofrenda de Yehudá y de Jerusalén, como en los días pasados, y como en los años antiguos.… “(Malaji 3: 4).
Al inicio de nuestra parashá, cuando leemos: “אָדָם כִּי יַקְרִיב מִכֶּם קָרְבָּן לַה’ “, “Adán que ofrece ofrenda de vosotros a .A.” (Vayikrá 1: 2), la Torá se refiere cuando usa la palabra Adam, a la fe, la devoción y el amor de toda la humanidad.
Inclusive al ser que se esfuerza por comunicarse con Él, pero no recibe respuesta; cuando está dispuestos a someter su vida a .A., pero teme que a Él no le importe; cuando .A. parece haber desaparecido de entre nosotros sin dejar rastro; cuando la vida parece sin sentido y la existencia absurda. En esas circunstancias es fácil, ceder a la desesperación, cesar de orar, dejar de creer.
En esta situación, es cuando Adán, debe sobreponerse a la duda, convertir la desesperación en esperanza, seguir orando a pesar del silencio divino. Recuperar la fe, y “acercarse”… porque יַקְרִיב, significa aproximarse y convertir el versículo en “Adam cuando acerca de entre vosotros lid (krav significa también lucha) con .A.” que solamente los cercanos pueden mantener en todos los escenarios, particularmente los más difíciles.
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