Nos debería hacer reflexionar, por qué pese al considerable crecimiento del número de judíos que observan las normas y tradiciones, la mayoría se abstiene concurrir a la sinagoga y se pierde la experiencia.

Rosh Hashaná, es un tiempo de autorreflexión, -teshuvá- en hebreo-, una palabra que significa a la vez «retorno» y «respuesta», en el que cada persona hace un balance del año transcurrido y trata de encontrar respuestas a las preguntas profundas que le atraviesan, existencial, espiritual, intelectual y éticamente.

¿Dónde estoy en mi vida? ¿Qué cambia, qué se mantiene, qué mejora? El sonido ritual del shofar, que es el corazón de la liturgia de esta fiesta, sacude al oyente y le ayuda en esta difícil labor de introspección, si se hace con toda la seriedad que requieren el cambio y las nuevas decisiones.

Es una experiencia única que lamentablemente no es compartida por la mayoría.

Recuerdo cuando hace ya muchos años, en Argentina, concurría a los institutos penales para compartir con los internos judíos la experiencia del shofar, por lo general días antes de Tishre y sentir como su sonido conmovía profundamente a quienes estaban privados de libertad. Sus rostros se llenaban de lágrimas y se abrazaban fuertemente, pese a que estaban detenidos en pabellones distintos y no se conocían entre ellos.

Para ellos, la teshuvá, era regresar a uno mismo, pero no menos, una desviación a través de los demás, de aquellos a los que pudieron haber herido con sus actos o palabras, hacia aquellos que merecían más atención y amor, de aquellos a los que, por tanto, deberían pedir perdón y disculparse por no haber estado ahí cuando el otro esperaba ayuda, presencia, escucha y comprensión.

Pero, esa experiencia es compartida tal cual por aquellos que no fueron privados jamás de su libertad.

Identificar lo que se ha hecho mal y el mal que se ha hecho, mirar atrás y volverse hacia los demás, requiere un tiempo de análisis y reflexión que la tradición, enraizada en el texto bíblico.

El Bet Hakneset –la casa de reunión- que llamamos templo o sinagoga, tiene propiedades maravillosas para la reflexión y el arrepentimiento.

También para pensar ¿Qué hacemos cuando los que han sido ofendidos, heridos y en algunos casos asesinados ya no están para ser perdonados? Cuando nuestras acciones se han vuelto irrevocables, irreversibles, imperdonables…

Como es sabido, los nombres de los meses del calendario hebreo derivan del calendario babilónico, que estaba en acadio, una antigua lengua semítica hablada principalmente en Asiria y Babilonia. Los llamamos así para que no olvidemos la ajenidad que tanto influye no necesariamente para bien en nosotros.

El nombre del mes -Tishre- proviene de hecho de la palabra acadia tašrītu, que significa «comienzo». ¿Pero el comienzo de qué?  Al igual que la mayoría de los pueblos antiguos de la región, los babilonios empezaban a contar el año nuevo en primavera, en el mes de Nisan (otro nombre de origen acadio).

Rosh Hashaná aparece en 1 Reyes 8 cuando se habla de la gente que se reunió en Jerusalén para la dedicación del Templo por el rey Shlomó: «… en el momento de la fiesta en el mes de Etanim, el séptimo mes». Los sabios judíos ofrecieron varias interpretaciones para el significado del «mes de Etanim», pero es probable que se derive simplemente del comienzo de las lluvias, cuando las aguas crecientes de los ríos y arroyos generaban una fuerte corriente (Eitan significa «fuerte» en hebreo).  Según la tradición, en este mes fue creado el primer Adán, en él nacieron los padres de la nación, Yosef salió de la casa de detención y se detuvo el duro trabajo de nuestros antepasados en Egipto. Los Sabios exigieron «perdonar todas nuestras deudas», es decir, perdonar todos nuestros pecados en ese mes.

La primera mención de un acontecimiento festivo que tuvo lugar en esta fecha se encuentra en el Libro de Ezra 8, que relata la lectura de la Torá el primer día de Tishre. Los sabios afirmaron el significado de esta fiesta como Año Nuevo, en la Mishná y la Tosefta. Determinaron que se trata del aniversario de la creación del mundo y del día en que los seres humanos son juzgados por sus acciones durante el año anterior y en el que se determina su destino para el año siguiente

En casi todas las culturas humanas conocidas existe una concepción de los periodos de tiempo que tienen un principio y un final. El judaísmo, tal como se expresa en su liturgia, entiende la creación como un acontecimiento cotidiano. Cada mañana, cada amanecer, repite la primera salida del sol, el día de la creación, eso es todo, que no es poco.

Para el judaísmo, Rosh Hashaná no tiene que ver con el movimiento del sol y el cambio de las estaciones, ni con el año, sino con la capacidad humana de volver a transformar la propia vida.

La palabra hebrea «shaná» traducida como «año» es la razón por la que el saludo «Shaná Tova» se interpreta inexactamente como «Feliz Año Nuevo». De hecho, la palabra «Shaná» deriva de una raíz hebrea que significa tanto «cambio» como «repetición», para estudiar. Debería entenderse como Feliz Cambio.  «Oportunos cambios personales para mejorar».

Rosh Hashaná invita a explorar lo que se puede recrear, a revisar las barreras físicas, emocionales, intelectuales y espirituales que hay que derribar, lo que hay que recordar para no repetir los errores del pasado.

El nombre original de Rosh Hashaná que se encuentra en las Escrituras es Yom Hazicarón, ‘el día del recuerdo’. Un vademécum de las preguntas sobre la vida que hay que hacerse, así como un recordatorio ante quién hay que forjarlas.

Que este año, nos traiga mejoras y cambios en todos los ámbitos para bien.

Que se sanen los enfermos. Se consuelen los dolientes. Que tengan trabajo digno los desocupados y techo los sin desamparados, los apátridas, y los desalojados. Alimentos los hambreados.

Que aprendamos a cuidar mejor la tierra y gozar la Paz entre nosotros y con nuestros enemigos.

Que veamos el cumplimiento de las profecías con nuestros ojos: «Y en los últimos días estará preparado el monte de la casa del Señor en la cumbre de los montes, y se elevará sobre los collados, y correrán a él todas las gentes. E irán muchos pueblos, y dirán: Venid, y subamos al monte del Señor, y a la casa del Dios de Jacob, y nos enseñará sus caminos, y andaremos en sus senderos; porque de Sión saldrá la ley, y la palabra del Señor de Jerusalén. Y juzgará a las naciones, y convencerá a muchos pueblos; y de sus espadas forjarán arados, y de sus lanzas hoces; no alzará la espada una nación contra otra nación, ni se ensayarán más para la guerra».

 

1 Comment

  • Grace Nehmad, 23 septiembre, 2022 @ 9:56 pm Reply

    Que así sea! Retornar en unión y renovarnos en cambio positiva para poder dar más a todo otro, lograr la paz dentro y fuera BH! Shaná tová mi Rav!

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